23. Vuelta a casa

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Aunque los días en Zamora habían sido bastante curativos, la vuelta a casa me tenía bastante inquieta. No había conseguido aclarar demasiado mi mente y mucho menos mis sentimientos.

Lo que sí que había conseguido es reencontrarme con mi querida familia, que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde o hasta que se separa de ello un tiempo. Y en mi caso, por suerte, era la segunda. A pesar de haber ido pocos días, su compañía era mi medicina, al igual que mis mejores amigas y amigos de Toro, los cuales he vivido con ellos siempre, hasta hace un mes.

Como Krufy y Jopa se enteren de que tengo más mejores amigos que ellos, seguro que me desheredan de amiga.

Pero después de todos estos días de desconexión, al fin debía enfrentarme a mi realidad. O por lo menos la realidad que estoy viviendo este verano.

Me alegraba seguir teniendo buena relación con Archie, todo y haberlo dejado en la famosa friendzone, me seguía preocupando. Es un chico tan dulce que había comprendido mi situación y quería seguir manteniéndome en su vida. Incluso me ha dado muy buenos consejos, hecho que agradezco eternamente.

— ¿Estás preparada? — la voz de Dani me distrajo de mis pensamientos. Ya estábamos entrando en el garage de la gran casa donde vivíamos, por lo que en escasos minutos iba a reencontrarme con los chicos de la casa, por lo que obviamente, con Adrián también.

Me encogí de hombros, demostrando así la poca energía que me invadía en ese momento. Todo me había afectado más de lo que creía y me había dado cuenta en la calma de mi pueblo.

Allí todo era mucho más sencillo y no sabía si estaba realmente preparada para enfrentar el torbellino de situaciones que estaba viviendo en la capital.

— No te desanimes. — mi hermano paró el coche y se giró hacia mí, generando que yo hiciese lo mismo. Sus mirada me atravesó, dándome a entender que quería que sus palabras calasen bien dentro de mi cerebro. — Viniste aquí para pasar el mejor verano de tu vida, para despejarte de Toro y vivir muchísimas experiencias. Estamos empezando julio, queda aún todo el verano para disfrutarlo al máximo. Si Adrián no colabora, los demás haremos lo imposible por conseguirlo. ¿Entendido?

Asentí con fuerza, motivada por sus palabras, las cuales sellamos con un gran abrazo de hermanos.

Estaba en lo cierto, un chico inmaduro que no sabe lo que quiere como es Adrián, no va a conseguir que eche a perder esta gran oportunidad que me ha brindado mi hermano. Voy a convertir este verano, el cual ha comenzado un poco desastre, en el mejor que he podido vivir hasta la fecha.

— ¡Helenaaa!

Nada más entrar por la puerta, me invadieron los abrazos de una parte de los chicos de la casa.

— ¿Y yo no existo? — se quejó Dani al ver la situación, en la cual sus mejores amigos tenían más alegría por ver a su hermana pequeña que a él.

— Bro, tú no tienes tetas.

El comentario de nuestro amigo Jopa hizo que se llevase unos cuantos manotazos en la cabeza. Pero a mí me hizo gracia. Supongo que el humor roto es lo que más me une con el malagueño.

— Eres un idiota. — se rio Dani. Menos mal. — Ahora por listo, te toca subirnos las maletas a las habitaciones. — le dio la gigante bolsa que llevaba en el hombro.

— Búa, Helena, ¿qué llevas aquí? Esto pesa como un muerto. — apenas podía sostener la bolsa.

— De hecho es una de las maletas de Dani, yo solo me llevé una mochila. — todos rieron, ya conociendo a su amigo Plex, mientras que Jopa bufó y se dirigió a las escaleras con nuestro equipaje.

Señor, dame paciencia | AdridobylusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora