"Los dioses pueden ser muy crueles si lo que buscan es diversión"
Aegon II Targaryen tiene una segunda oportunidad para evitar repetir sus errores pasados, pero todo tiene un precio y para el puede ser complicado cumplirlo.
HOUSE OF THE DRAGON FANFI...
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¡Capítulo uno! 01. Ojo por hijo
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RECAPITULÓ CON VAGUEZ las muchas ocasiones que fue un hombre sin crepúsculos, le hartaba pensar en eso, pero tenía que hacerlo. Desde que llegó a esa nueva oportunidad no hizo nada más que otra cosa.
Pensar
Pensar en que fue lo que falló, pensar el porqué los dioses lo consideraron aceptable para devolverle la vida. Aegon reflexionó al principio lo que más cercano tenía, los dioses son crueles y más cuando se trataba de él. Recordaba sus primeros años de reinado, tristes y sin gracia, desesperado por demostrar que él era digno de la corona que usurpó junto a su madre.
— ¿Quiere vino mi príncipe? — preguntó la criada y la miro desconcertado, se había olvidado de su mínima existencia, iba a replicarle decirle que era el rey y que debía mantener el respeto, pero se acordó que estaba en el cuerpo de su versión adolescente, aquel recordatorio lo hizo hacer una mueca de disgusto aunque su mueca se debió más al reconocer el vino que la sirvienta servía.
El vino Rejo, simplemente de verlo lo desagradaba, recordaba sus últimos momentos de vida, intentando ahogar dolores y terminando muerto, se maldecía por su tan desagradable muerte. Si hubiera sabido que moriría de esa forma hubiera evitado el vino Rejo.
— No, retírate— ordenó y la criada se fue con rapidez, se acercó al espejo y suspiro rendido, cansado de pensar y tener teorías, la poca paciencia al querer saber respuestas lo desequilibraba.
En el espejo se reflejaba un adolescente con su melena casi rizada platinada, su rostro sin ningún tipo de marca al igual que su cuerpo, cuando había recién recuperado la conciencia la poca alegría al ver que ya no tenía ninguna herida estaba vigente. Su rostro suave y liso, sin ningún tipo de hinchazón por la leche de Amapola lo alegraba.
Vio de reojo cómo caía la noche y se acordó de que estaba pasando en aquel día. Era el funeral de Laena Velaryon, su cuerpo soltó un pequeño escalofrío recordando la pérdida de ojo de su hermano menor Aemond. Quien diría que aquel niño se volvería un mata sangre y muriera saldando una cuenta. Acordarse de que nunca encontró un cuerpo lo hacía querer coger su copa y ahogarse en vinos.
