"Los dioses pueden ser muy crueles si lo que buscan es diversión"
Aegon II Targaryen tiene una segunda oportunidad para evitar repetir sus errores pasados, pero todo tiene un precio y para el puede ser complicado cumplirlo.
HOUSE OF THE DRAGON FANFI...
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¡Capítulo onceavo! —11: Hermanos
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EN OCASIONES HAY COSAS QUE SE te escapan de las manos, te dejan desprevenido sin idea de lo que ocurrirá en un futuro, dejándote perplejo y sin un plan el cual te solucionará el problema. Un déjà vu era lo que sentía Aegon Targaryen al ver a su hermano, aunque esta vez no estaba herido de gravedad, Lucerys cargaba con una larga línea de sangre que comenzaba a la mitad de su mejilla y finalizaba en su mandíbula, pronto habría una cicatriz que le recordaría ese hecho.
— Aemond ¿qué pasó?— murmuró sujetando por los hombres, fijándose en sus manos heridas y su labio partido. Se permitió suspirar con tranquilidad al ver que no eran heridas graves, el maestre se encargaba de curarlo y le tranquilizaba ver que tenía un rostro aliviado, esta vez nadie había perdido su ojo o algún miembro de su cuerpo.
— ¿acaso crucé la línea, hermano?— él murmuró de Aemond logró dejarlo conmocionado, el Maestre alzó la mirada dudosa pero con una expresión similar a la de Aegon.
— Quería pagar la deuda, no lo logré, defraudé a madre.— murmuró abatido y Aegon lo tomó de la mandíbula con suavidad logrando conectar ambas miradas
— Lo que piense madre no importa, esto no es tu culpa— susurró Aegon con seguridad logrando que Aemond asintiera intentando creer las palabras de su hermano.
En su antigua vida posiblemente lo hubiera mirado con aburrimiento y diversión. Pero al ver su mirada herida, desconsolada y rota logró despertar su instinto, Aegon se podía imaginar los posibles castigos que aplicarían en Aemond y le dio un escalofrío, su mirada fría se detuvo en el maestre con una clara amenaza, si abría su boca y alguien se enteraba de lo dicho por el príncipe, el mismo lo mataría. El maestre asintió curando las heridas con un leve temblor en sus manos.
—¿Heleana, Aegon?— el grito desesperado de la reina no se hizo esperar que al ver a su hijo, herido se acercó a grandes pasos.— ¡Aemond! — preocupada se acercó observando las heridas, Aegon sujetó la mano de Aemond y observó de reojo a Heleana.
Aegon escuchó de reojo la puerta abrirse nuevamente intentó ignorar la mirada pesada en su espalda baja, mientras abrazaba a su pequeño hermano intentando consolarlo, claramente sin notar que este le dirigía una sonrisa sarcástica y llena de orgullo a Lucerys Targaryen.
