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Your Love de The Outfield era, en aquella época del año, la perfecta canción que Sergio necesitaba escuchar para iniciar el día de la mejor manera

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Your Love de The Outfield era, en aquella época del año, la perfecta canción que Sergio necesitaba escuchar para iniciar el día de la mejor manera.

Aquella canción animaba al omega cuando se despertaba, haciéndole cantar y mover su cuerpo mientras se preparaba para salir y encontrar a su próxima cita, es decir, algún alfa o beta que lo invitara a comer porque moría de hambre.

Pero ese no era el caso cuando tenía resaca. Mucho menos cuando, además de la resaca, estaba en su celo. Algo que jamás le había ocurrido antes; siempre procuraba quedarse en casa cuando su celo llegaba.  Resaca y celo no eran una buena combinación, en lo absoluto.

Y era la cosa más horrible que le podría haber ocurrido, o al menos eso creía Sergio mientras se retorcía de dolor sobre aquella cama, gimiendo sin poder controlarse, con un insoportable taladro en su cabeza que lo estaba enloqueciendo de un modo enfermizo.

Ni siquiera su música se encontraba presente como para aligerar el ambiente. Lo único que se oía en la habitación eran sus gemidos y su adolorido lloriqueo por no tener la atención de un alfa en aquel preciso instante. ¿Dónde mierda estaban cuando se los necesitaba?

Cuando el omega se percató de que nadie iría a ayudarlo se inclinó, en medio de su contracción, sobre la cama y sólo entonces su vista acuosa distinguió un consolador sobre la mesa de noche. Su salvación.

Colocó impaciente el dildo en medio de dos esponjosas y níveas almohadas, acomodándose de rodillas entre las mismas y sin hacerse de rogar más dejó caer su trasero sobre el juguete sexual de modo que éste ingresó en su humedecida entrada.

Comenzó a moverse de forma continua sobre el dildo, dándose placer a sí mismo, permitiendo que todos aquellos gemidos de satisfacción huyeran de entre sus labios sin problema. Sus ojos se mantenían cerrados, imaginando toda una escena porno en su cabeza, mientras que todos sus dedos se aferraban a las almohadas que eran cómplices de su masturbación.

Cuando acabó quedó desecho. Su cuerpo entero flaqueó, y cayó sobre las almohadas, con apenas fuerzas para respirar. Su cabeza no dejaba de doler. El martillazo no cesaba. Recién en aquel entonces reparó en que siempre estuvo desnudo. No era tonto. Sabía que se ubicaba en la habitación de algún alfa o beta, pero no entendía por qué éste, sea quien sea, no había ido a ayudarlo en persona, dejándole, es su ausencia, un dildo.

¿Qué clase de alfa que tenía un omega desnudo y en celo a su merced no era capaz de follarlo? Y Sergio entonces pensó, ¿por qué un alfa tendría un dildo? ¡Oh, Dios! ¿Y si acaso estaba en la casa de otro omega? ¿Había estado con otro omega? Eso era imposible, pero, ¿por qué no recordaba nada de la noche anterior?

Pronto su cabeza, envuelta de interrogantes que ansiaban respuestas, comenzó a dolerle aún peor. Era como una bomba de tiempo, y sentía que en cualquier momento explotaría. Por lo que decidió no darle importancia al asunto y, abatido por el cansancio, se dejó caer en los brazos de morfeo.

Sublime Dominación || AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora