C u a t r o

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-¿Me golpearías? -preguntó el menor con la voz temblorosa y un rastro de preocupación reflejado en sus facciones

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-¿Me golpearías? -preguntó el menor con la voz temblorosa y un rastro de preocupación reflejado en sus facciones. La simple idea de ser golpeado de modo violento por aquel alfa le aterraba.

No sabía qué hacer. No sabía qué decidir. El rubio lo había puesto en una situación muy complicada como para pensar dos veces el asunto de ser su jodido sugar baby, su jodido omega sumiso.

El no deseaba ser dominado por nadie. Él no pretendía ser controlado ni castigado por nadie. Él solo quería irse abrazando su libertad. Pero si se iba de la mano de su independencia, se iría desnudo, sin celular, en celo y, para empeorarlo todo, sin siquiera poder ver a su mejor amigo. ¿Valía la pena?

-Los únicos golpes que recibirás de mi parte serán unas nalgadas en pleno acto sexual, y creéme, te gustarán que rogarás por más -le comunicó el alfa con la seguridad estampada en su azulada mirada que no dejaba de intimidarlo.

Sergio se imaginó la deleitable escena y sin poder contenerlo soltó un leve gemido, provocando que algo comenzara a encenderse dentro del alfa.

El omega se encontraba a escasos centímetros de perder el control. El singular dolor que el celo producía había regresado, iniciando un tortuoso recorrido por todo su cuerpo, por el cual se propagaba el malestar. El fuerte aroma de sus feromonas llenaba el ambiente, adentrándose con facilidad por las fosas nasales de Max.

Ciertamente Sergio no se encontraba en condiciones de tomar una decisión. Pero, ¿acaso tenía alguna otra alternativa? ¿Acaso irse desnudo con sus feromonas alborotadas era lo más indicado?

-¿Qué pasará si... si no cumplo con lo que me pidas? -cuestionó el omega entrecortadamente, teniendo la respiración bastante irregular, encontrándose al punto de retorcerse ahí mismo.

-Te castigaré -anunció Max relamiéndose los labios, haciendo su mayor esfuerzo por conservar la tranquilidad. Algo realmente difícil teniendo en cuenta que el olor que Sergio soltaba era atrayente-. Pero no con golpes. En este asunto no suelo utilizar este tipo de violencia física como método de sanción.

-¿Cómo castigas? -consultó el menor utilizando sus últimas fuerzas para mantenerse en una postura adecuada.

Sin embargo su cuello ya había abandonado su dominio, ladeándose con sensualidad de un lado a otro. De su boca pretendían salir gemidos descontrolados.

-Pórtate mal y averígualo -expresó el alfa admirando el gran espectáculo que le estaba ofreciendo Sergio. Sabía que no lo hacía a propósito, pero mierda, se veía tan deseable que su lobo gruñía desesperado por hacerlo suyo ahora mismo-. Ésta no es una circunstancia adecuada para tomar una decisión. Vete a la habitación, mastúrbate, descansa y mañana hablamos.

-N-no... -musitó Sergio, agitado, arqueándose levemente-. Y-yo odio masturbarme... -tragó en seco, dejando salir otro gemido-. Te quiero a ti d-daddy.

Sublime Dominación || AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora