Max deseaba marcharse. Ahora. Ya. No soportaba absolutamente nada más. La música le estaba haciendo doler la cabeza. El intolerante olor que se compenetraba allí ya era sofocante. Necesitaba salir. Necesitaba un cigarrillo. Pero no quería apartarse de su lugar junto a Sergio, en lo absoluto.
Se había pedido un trago como para poder sobrellevar mejor la situación, pero ni eso ayudaba.
Y recién llevaban quince minutos. Quince minutos y Max ya ansiaba matar alguien. Desde el primer segundo lo detesto, no podía quitarle su fulminante mirada de encima a ese imbécil que se había atrevido a provocarlo. Quería acabarlo.
—Lo que dijo el tonto de Nico no es verdad, despreocupate y deja de mirarlo como si quisieras asesinarlo —le dijo Max cerca del oído, con uno de sus codos apoyados en el hombro de el, aprovechando que estaba a la misma altura puesto que se encontraba sentado sobre una mesa, aguardando a que sus amigos terminaran la partida del billar.
Max había decidido quedarse de pie junto al omega sentado, pues debía estar alerta de cualquier cosa que pudiese pasar.
—Es algo irritable, lo sé. Pero no es malo, es como mi hermano mayor —continuó Sergio luego de haberse dado una pausa para beber un trago de la limonada que se había pedido. Con su actitud de idiota depravado me ha sacado de varios apuros con alfas que se volvían insoportables conmigo.
―De igual modo, mi instinto lo siente como una amenaza ―declaró Max, tensando su mandíbula.
―Pues, dile a tu instinto que se está equivocando, porque él no está interesado en mí de esa forma. Para empezar, ni siquiera prefiere a los omegas varones, le gustan las hembras.
—¿Y tú qué sabes? Quizá le gustan en secreto, quizá le gustas en secreto. ¿Por qué otra razón me habría mirado con tanto desprecio? Mi instinto no falla.
Sergio rió, negando con la cabeza.
―Eso no podría ser posible. ¿Y sabes por qué? Porque a mi me gustaba cuando era más chico y yo de tontito se lo dije y me tocó quedarme con mi corazoncito roto en la no tan bonita zona de amigos ―confesó riéndose de su propia anécdota—. Si me hubiera querido tener me habría tenido. Pero nunca pasó.
El omega suspiró con una ligera pizca de amargura.
—Además, recuerdo que para "consolarme" me había dicho que algún día conocería a ese alfa que amaría estar conmigo y me valoraría como me lo merecía y bla bla, la típica cursilería barata que siempre utilizan para salir de la situación incómoda... Pero, ¿sabes? Tenía razón y estoy feliz porque ya he conocido a ese alfa... Mi alfa.
Max esbozó una enorme sonrisa al oírlo decir aquello. Una muy grande sonrisa que anunció lo contento que se había puesto. Sergio lo miraba con la felicidad marcada en sus preciosos hoyuelos.
Él dejó su limonada en un costado de la mesa para luego tomar con ambas manos el saco del mayor, atrayéndolo, obligándolo a ponerse entre el espacio que formaba sus piernas abiertas.
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Sublime Dominación || Adaptación
FanfictionCheco, un delicado omega amante de las noches de descontrol, tendrá que renunciar a todo cuando Max Verstappen, un dominante alfa italiano lo reclama como suyo en una fiesta que marcaría el inicio de un ardiente infierno para ambos. Esta es una adap...