10. No voy a casarme

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Los recuerdos tienden a ser engañosos, o al menos eso se dijo Emily cuando empezó a experimentar raros flashbacks de su adolescencia en los que de repente Jack no parecía tan idiota

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Los recuerdos tienden a ser engañosos, o al menos eso se dijo Emily cuando empezó a experimentar raros flashbacks de su adolescencia en los que de repente Jack no parecía tan idiota.

Sí, era un irresponsable que siempre pasaba por caerle bien a los profesores; pero les caía bien por una razón, que no tenía que ver con el dinero, pues en ese entonces no eran ricos. Jack era amable con los profesores, les ayudaba a cargar sus cosas; se ofrecía a ir por equipo a la sala de cómputo; los saludaba todos los días y hablaba con ellos sobre su día.

Cuando la profesora Chloe iba a dar clases embarazada, él le iba a conseguir comida, aunque no le tocara clases con ella, la acompañaba al auto y le llevó flores cuando volvió. La gente rumoraba que se iba con la profesora en auto hasta su casa, que tenían una aventura, que habían pasado toda la tarde juntos. Emily sabía que el chico en realidad estaba en su cuarto, escuchando música a todo volumen y saliendo de vez en cuando por algo de comer a la cocina.

A los dieciséis o diecisiete años, algunos de los fines de semana que Emily se quedaba hasta tarde en casa de los Brown jugando videojuegos con Noah, lo veía llegar con sus amigos borrachos. Jack los hacía beber agua; les prestaba ropa que era muy probable que jamás volviera a ver; los dejaba dormir a su cama, mientras él tomaba lugar en la sala; y hasta preparaba el desayuno al día siguiente. A Emily le repugnaba la forma en que tenía que cargar a aquellos tipos que apestaban a vómito, pero viéndolo ahora, parecía que los cuidaba mucho; realmente le importaban.

Los dos hermanos no tenían una relación muy cercana por ese entonces, pero eso no hacía que Jack dejase de apoyar a su hermano. Cuando Noah quiso volverse vegetariano, preparaba su propia comida en casa, pero muchas veces olvidaba llevarla a la escuela. Y cada vez que lo olvidaba, sin excepción, Jack llegaba a su mesa y le decía «idiota» mientras le entregaba la comida. A él nunca lo escuchó criticar su decisión, como al resto de su familia.

Tal vez, solo tal vez, Emily lo había juzgado mal.

Sacudió esos pensamientos, no podía olvidar que estaba con el tipo que le había roto el corazón a su amiga; la había tratado como una niña; la ignoraba; y lo peor de todo, había hecho que le sacaran mala nota.

Volvieron de la tirolesa cuando el sol comenzaba a amenazar con esconderse. Aprovecharon los últimos rayos de luz para recolectar flores, Rosaline estaba ansiosa por armar los centros de mesa.

De rato en rato, Jack se reservaba alguna flor especialmente linda, aprovechaba que Emily caminaba por delante y le pedía a Rosaline que se la pusiera en el cabello a la chica. Emily fingió que no se daba cuenta, pero un par de veces encontró a Jack recolectando las flores que después terminaban en su cabeza. Lo único que hizo al respecto fue sonreír y colocar otro par de ellas en la cabellera esponjada de Rosaline.

Rosaline intentó colocarle algunas ramas al chico, pero este se escabulló y terminaron en una carrera hasta el lobby. Emily se dijo a sí misma que esos dos hacían buena pareja y algo en su corazón se rompió al imaginarse a Jack llamándole para que organizara su boda también.

Una boda a la derivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora