2. Los tres peores escenarios

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En realidad Emily nunca convivió mucho con Jack

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En realidad Emily nunca convivió mucho con Jack.

Noah y ella se conocieron en la escuela cuando tenían doce años. Hasta los catorce, sus padres no consideraron que Emily fuera lo suficientemente grande para ir a la casa del chico, fue entonces la chica se enteró de que su mejor amigo tenía un hermano. Los dos hermanos no solían llevarse muy bien, o al menos esa era la impresión que le daba a Emily.

Había llegado a verlo pasar por la casa. Era un chico alto, de cabellos negros alborotados, con la piel un poco más morena que la de su hermano. Siempre tenía unos cascos puestos y se encerraba en su cuarto en cuanto hacía acto de presencia en la casa.

La primera vez que Emily lo vio, el chico ni siquiera se quitó los audífonos para saludarla. Se limitó a arrugar los labios en un gesto que Emily no estaba segura si debía interpretar como una sonrisa, y levantó la mano durante un segundo antes de seguir su camino.

En su primera cena en casa de los Brown, Jack no estaba en la mesa. Emily le preguntó a la señora Brown si su hijo no iba a acompañarlos, ella respondió que el chico había dicho que no tenía hambre. Pero todas las noches en que Emily cenaba con los Brown, Jack no estaba. ¿Tan mal le caía que prefería quedarse sin cenar a convivir con ella? No podía ser, tenía que estarse dando demasiada importancia.

O eso pensaba, hasta que la señora Brown confirmó sus sospechas.

—¿Es que su hijo no baja por qué estoy yo? —preguntó Emily mientras le ayudaba a la mujer a secar los platos.

—Ay, cariño, no quería decirlo así, pero... supongo que no ha tenido una buena impresión de ti.

A Emily se le perdió la mirada, analizó cada detalle de su comportamiento hasta entonces para saber que había hecho mal. Llegó a la conclusión de que no había hecho nada malo, nada que pudiera provocar que a Jack le desagradara a ese nivel. Tenía que odiarla solo por ser ella misma.

Una ocasión Jack le vio llorando en la mesa de su comedor, Emily se le quedó viendo mientras se contenía de sorber la nariz por milésima vez. Él la observó de pies a cabeza durante un segundo con una cara digna de un juego de póker y volvió a salir por la puerta.

El resto de esa temporada, Emily no volvió a verlo por allí. No había rastro de sus cosas en la casa cuando Emily llegaba, y Jack nunca aparecía por allí antes que su hermano.

Pero sus desencuentros en la casa de los Brown no eran ni la mitad de las razones por las que Emily empezó a odiar a Jack.

Odiaba la forma en que, cuando se la encontraba por los pasillos de la escuela, él le daba unas palmaditas en la cabeza. ¿Ni siquiera la saludaba cuando ella estaba en su propia casa, pero hacía aquello cada que la encontraba en la escuela? Debía de hacerlo para demostrar algo a los demás. La hacía sentir pequeña. Ella nunca se había preocupado por su estatura hasta que se comparó con él.

Una boda a la derivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora