Jack tuvo que alcanzar a Emily, le llevaba ventaja en su camino hasta la habitación, pero él era más alto, digamos que llevaba cultivando su ventaja evolutiva desde que dio el estirón a los quince.
—No huyas —advirtió él.
—Solo voy a cambiarme —mintió ella, cruzó los dedos, pues era incapaz de mentir sin hacer aquello. Aún sentía la escamosidad del pez estampándose contra su piel, su instinto de supervivencia le gritaba que se encerrara en la habitación con la radio y no saliera hasta que alguien le rescatara de aquellos dos locos.
—Nop. Que la ropa se te seque con el sol es parte de la experiencia.
Jack alcanzó a tomar del brazo a Emily, pero ella siguió caminando, así que se deslizó hasta su mano. Y allí ella misma fue quien se detuvo. Necesitaba urgentemente que su cerebro volviera de aquellas vacaciones o no sabía hasta donde iban a llegar sus instintos primitivos embriagados por el aroma a coco de Jack.
—¿Prometes que solo vas a ponerte ropa seca y no a encerrarte y huir?
—No —admitió ella. Una de sus manos estaba ocupada sosteniéndose el vestido mojado y la otra la tenía Jack, no podía cruzar los dedos.
—Entonces caminemos.
Emily se resignó y se limitó a tomar un sombrero gigante de palma que había en el lobby. Se embarró por todos lados con bloqueador y puso como condición a Jack también ponerse el protector, además de una gorra.
El sombrero era el único equipo con el que Emily contaba para una peligrosa caminata por terreno desconocido en un lugar desolado. Tendría que haber cruzado los dedos cuando le prometió a su madre que sus probabilidades de un accidente fatal eran muy bajas.
—Jack —llamó Emily—, no entiendo como esto va a ayudar a planear la boda.
Jack reflexionó por un momento, porque esta vez quería que en serio Emily lo entendiera, sabía que de otra manera jamás llegarían a un acuerdo.
—Emi, ¿sabes cómo se conocieron Mavis y mi hermano?
Ella negó con la cabeza. Su sombrero se atoró en una rama y él la ayudó a zafarlo antes de continuar.
—Mi abuelo solía decir...
Emily se distrajo un momento tomando nota mental de que Jack era de esos que nunca van al grano de la anécdota, sino que primero tienen que contar otras cinco historias relacionadas para entender el contexto. Y al contrario de lo que podría pensarse, a Emily le gustaban ese tipo de personas, porque le agradaba entender las cosas desde un inicio y no quedarse con más preguntas que respuestas al final.
—... un encantamiento de una bruja milenaria. —seguía relatando Jack.
—Me perdí, empieza desde el principio —pidió Emily con naturalidad. Tenía que haberse distraído más tiempo del que parecía si de repente Jack estaba hablando de brujas.
ESTÁS LEYENDO
Una boda a la deriva
Romance❝Emily tiene que planear la boda de su ex junto a su peor enemigo en una isla desierta❞ Sinopsis completa en el interior. 🏆Ganadores en la ronda 2 del ONC 2024🏆