Algo ha cambiado.
***** se da cuenta por la forma en que sus palabras no fueron tan agudas como antes, pinchando, atrayendolo.
Al mirarlo a los ojos, el fuego en ellos había dejado de encenderla mientras apartaba la mirada con una mezcla de desdén y afecto, como si estuviera dividida entre anhelarlo o rechazarlo por completo.
Sus toques ya no permanecían en su piel, anhelando abrazarlo lo suficientemente fuerte hasta el punto de que sus cuerpos prácticamente se entrelazan como uno solo.
Chiharu, por fin, ha escapado de las redes que una vez la atraparon, tejidas cuidadosa e intrincadamente con el único propósito de atrapar a su presa.
Parada aquí, cara a cara después de años de convivir, la habitación se llenó de una atmósfera que, por primera vez en su vida, le puso la piel de gallina por la incomodidad.
***** siempre sabe qué decir. Más en este momento, sus palabras le fallaron.
—Si no tienes nada más que decir, por favor vete —. Su voz era tranquila, suave, gentil. Si no fuera porque ese no era el saludo habitual al que ***** estaba acostumbrado, lo habría aceptado con agrado. Sus palabras deberían contradecir sus intenciones, aunque ***** no podía sentirlo.
Ella simplemente desea que se vaya, y no hay otras implicaciones ocultas en ello.
—¿Qué pasa si te digo que no quiero irme? — ***** susurró, pero se hizo un silencio sepulcral y Chiharu se dio cuenta.
—Entonces no lo hagas —. Chiharu rompe el contacto visual, su expresión es ilegible. Un completo contraste con la siempre tan transparente Chiharu, que había hecho que a ***** le fuera tan fácil influenciarla, moldearla para que escuchara lo que deseara. Que usar su hueso espiritual con ella era completamente innecesario.
Es tan atípicamente ella que ***** casi pensó que el miedo finalmente se había apoderado de ella, apretando su pecho hasta el punto de dificultar la respiración. ¿Era este el sentimiento que ha estado persiguiendo todo este tiempo? ¿Miedo?
—Haz lo que quieras, *****. No te detendré —. Se cruzó de brazos, con sus ojos recorriéndolo de pies a cabeza, con un brillo de algo en sus ojos. —Pero eso ya lo sabes.
¿Eso había significado que finalmente había cedido a sus deseos?
¿O simplemente ya no podía ver más?
Ya no está tan interesada como ***** en este juego de araña y presa.
—¿Me estás dando pleno consentimiento para hacer lo que deseo? — ***** se acerca a ella con cautela, como un depredador acecha a su presa. Sus movimientos fueron calculados como si el objetivo huyera repentinamente. Sin embargo, Chiharu se queda quieta y no rompe ningún contacto visual.
Él la alcanza, sus dedos acarician ligeramente la piel expuesta de sus brazos, hasta su pecho y hasta su cintura mientras la atrae hacia él.
Chiharu, en todo momento, no le había respondido de la forma que ***** había previsto.
Porque por alguna razón, a pesar de que Chiharu le había concedido abiertamente permiso para proceder, se sentía como si su presencia nunca fuera deseada en esta habitación en el momento en que puso un pie en ella.
—¿Que estas esperando? — Chiharu la miró expectante, aunque sus manos permanecieron quietas a los costados.
***** no responde, simplemente se queda allí observándola. Intentando leerla.
Chiharu, con un atisbo de confusión en su rostro (el primer signo de emoción que ***** había sacado de ella), un signo revelador de que ella todavía está allí, de alguna manera, y que ***** no la había roto por completo hasta el punto de estar completamente desapegada.
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Registros alternativos de un viaje interminable
AcciónHistorias e ideas que podrian ser canon en la historia principal de mi perfil. Cronograma de publicacion nada estable.