¿TE ACOMODAS PARA ALGUIEN MÁS?

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—¡Es increíble lo mucho que te gusta llamar la atención! —le reclamaba Satoru en el comedor de la universidad. Era la hora del almuerzo y el sitio estaba totalmente abarrotado de estudiantes.

—¿De qué hablas?

—¡Ah! ¡No sabes! —respondió sarcásticamente— ¡Te he dicho veinte veces que el short del uniforme de básquet te queda apretado!

La joven pareja estaba de pie, haciendo fila para recoger su almuerzo. Yuji estaba vestido con una camiseta blanca, sudadera roja abierta y sus shorts de jugar básquet. Una ropa absolutamente normal, común y corriente para una persona que hace deporte.

Ciertamente, el short que usaba el chico resaltaba muchísimo sus atributos, pero era algo inevitable para una persona con un cuerpazo, ¿no se iba a poner una bolsa negra de basura encima? ¿o sí?

Itadori era un muchacho precioso: alto, cuerpo atlético, piel suave y tersa, ojos color avellana, cabello rosado chicle, sonrisa encantadora. Venía de jugar y sus mejillas estaban sonrojadas, unas gotitas de sudor adornaban su frente y los músculos los traía tensos por el reciente ejercicio.

Daba gusto de ver.

Pero el chico no tenía intenciones de ser observado por nadie, solo había entrenado como de costumbre y de ahí al comedor. Punto.

—Tenía entrenamiento hoy.

—No necesitas tenerlo puesto todo el día, te puedes cambiar luego de tu entrenamiento. Pero no, a ti te gusta enseñar las nalgas.

—¡Satoru Gojo! Baja la voz— le dijo Itadori con los ojos muy abiertos.

—Eres igual que mi ex, le encantaba exhibirse en la calle y andar de puto.

"No puedes dejar que siempre te humille y te insulte. Yuji, tu eres un gran chico, te conocemos y sabemos que no eres las cosas que él dice. No eres menos que él"

Las palabras de Kugisaki resonaron en su cabeza, primero las escuchó fuerte y luego se repetían cada vez más lejanas. A veces tenía esos momentos de lucidez.

No buscaba pelear, solo quería que su novio lo respetara, aunque sea una vez. Las palabras salieron de su boca atropelladamente, y tal vez en un tono más alto del que esperaba:

—No me insultes.

—No sabía que decir la verdad era insultar.

Yuji cerró los ojos, frustrado y con el estómago revuelto. Su novio se comportaba como un estúpido.

—Ya no quiero comer contigo, Satoru.

—¡Genial! Ve a comer con Okkotsu, de seguro ese es el que te anima a que te vistas así para verte el culo—Así como un toro, Yuji exhaló fuerte por la nariz. Tenía la mandíbula tan apretada que sentía que se le iban a romper las muelas.

Itadori ni siquiera se comió el almuerzo de la rabia que tenía. Y para evitar más problemas con su pareja, fue a las duchas, se dio un baño y se cambió de ropa.

Esta vez se puso una franela sin mangas amarilla y unos pants deportivos color gris, que por cierto eran nuevos y le quedaban de maravilla, usó un poco de gel para el cabello y se roció perfume. Siempre recordaba las palabras de su novio reclamándole que se vestía mal y andaba "impresentable" todo el tiempo con su ropa deportiva, que no se acomodaba, que le gustaban los hombres bien vestidos y etcétera de estupideces.

"A ver si me deja tranquilo al menos un día", pensaba ilusamente.

Unos pasos se escucharon en los cambiadores, Yuji no se volteó, podría ser cualquiera.

—Me imaginé que estabas aquí—la familiar voz de Gojo lo hizo girar la cabeza—. Te fui a buscar a tu salón y no estabas.

El peliblanco posó su hermosa mirada en Yuji, recorriéndolo de arriba abajo varias veces. Hizo una mueca extraña cuando le preguntó:

—¿Y tú para dónde vas?

—¿Cómo que para dónde voy? ¡Solo me cambié la ropa por la que me reclamaste hace rato!

—¿Y tenías que ponerte ropa nueva para estar en la universidad? ¿A quién quieres conquistar?

—¿Ah? —Yuji no lo podía creer, este tipo siempre buscaba la manera de salirse con la suya.

Gojo lo agarró por un brazo e intentó arrastrarlo fuera de los cambiadores mientras le decía algo como "Nos vamos a la casa", pero él no se quería dejar. Ya estaba cansado, ya no podía más con sus inmadureces.

—¡Suéltame, Satoru! Tengo clases de psicología, debo ir.

—¡Claro! Seguro te gusta el profesor Nanami, por eso te estabas vistiendo así.

—¡No es eso!

—¡Eres un regalado! Y ya sé que en esa clase está tu querido Fushiguro, que con su carita de "yo no fui" tiene ganas de cogerte. Te vistes así para provocarlo.

—¡Estás loco!

—Cámbiate de ropa, Yuji. O te voy a tener que cambiar yo a la fuerza. Y nos vamos a la casa, quieras o no. ¿ENTENDISTE?

Al pelirosa le temblaba el labio inferior, la garganta le picaba y quería llorar, ¿Cuándo esta relación había cambiado tanto?

No le quedó otra que obedecer. 

MI NOVIO TÓXICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora