"Tengo Tinder na más pa' ver si tu tenías"

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Yuji se fue a paso firme hasta el departamento de Satoru, llevaba unas bolsas para meter sus cosas más una mochila vacía, pero además de eso, llevaba también el estómago revuelto y un nudo en la garganta. Necesitaba un abrazo y el único apoyo que tenía eran sus propios pies que chocaban contra el suelo.

Llegó al sitio rezándole a todos los dioses posibles que el ojiazul no estuviera en la casa. El plan era el siguiente: entrar rápidamente, coger todas sus cosas del ropero, de la cómoda y del baño, se llevaría también su laptop y la PlayStation 5 que estaban en la sala de estar.

¿Cuánto le podría llevar aquello? Diez minutos a lo mucho. Solo necesitaba diez minutos sin la presencia de ese hombre cerca de él para sacar sus cosas.

Cuando metió la llave en la cerradura, pensó que el corazón se le iba a salir por los oídos de tanto que le retumbaba, estaba realmente nervioso. La llave del departamento se le resbaló por el sudor y la tembladera que tenían sus manos.

"Tch", chasqueó la lengua con fastidio.

Abrió la puerta espacio pensando que, al no hacer ruido, mágicamente se volvería invisible. Puso un pie dentro, luego el otro. Cerró con cuidado y se dirigió a la sala de estar.

—¿Hola?

No había nadie.

Presuroso y un poco más "tranquilo", abrió su mochila para meter la Play y la laptop que estaban donde siempre. Entró al baño y cogió sus artículos de aseo personal. Listo, solo faltaba su ropa y zapatos...

Abrió la puerta de la habitación, y se fue a la cómoda de la esquina para sacar sus zapatos, pero no estaban.

"¿Qué es? ¡Dónde están mis zapatos!", refunfuño para sus adentros.

Buscó en el ropero sus prendas y tampoco estaban.

"¡¿Qué diablos está pasando aquí?! ¿Dónde están mis cosas?"

Revisó toda la habitación, ni rastro. El buscar y no encontrar nada lo tenía desesperado, revisaba los mismos cajones varias veces pensando que así aparecerían sus prendas por arte de magia.

"No voy a llamarlo. No."

Pensó en la habitación que usaban como guardadero de cosas, tal vez estaban sus prendas allí. Salió de la recámara de Satoru y como arte del mismísimo demonio el tipo abrió la puerta principal. Había llegado.

—¡Yuji! —gritó acercándose a él. Los ojos azules se le llenaron de lágrimas— ¿dónde estabas? ¡Te he estado buscando! ¡Qué bueno que volviste! ¡Te extrañé mucho!

—Vine a buscar mis cosas, Satoru. Me voy.

—¡NO! —rugió, colocándose entre Yuji y la puerta—¡No te vayas! ¡Hablemos!

—¿Dónde está mi ropa?

—¡No te voy a decir! —Satoru se dio cuenta que Yuji tenía ya en la mochila la laptop y la Play, con rapidez la agarró del sofá y la abrazó a su cuerpo— ¡No te llevas nada! ¡Te vas a quedar aquí!

Yuji habló con mucha más calma de la que pensaba que podía hacerlo, en parte porque estaba muy cansado y también porque sentía que las lágrimas de cocodrilo del otro no lo afectaban ya:

—Te preguntaré por última vez: ¿dónde está mi ropa?

Silencio. Los ojos de Gojo lo escudriñaron de arriba abajo, esta manipulación no estaba funcionando, así que recurrió a acciones extremas. Abrió la puerta del balcón y amenazó con arrojarse desde allí.

—Si te vas, ¡me lanzo! ¡lo haré, Yuji!

—¿Qué quieres de mí, Satoru? —gritó— Deja el show. Si estás con Geto, ¡quédate con él y déjame en paz! —Itadori quiso tener la fortaleza para mantener firme su voz, pero el recuerdo de su amado besando al huevo sin sal de Suguru Geto le rompía el alma en mil. Al pronunciar la última frase, le tembló el labio y los ojos se le llenaron de lágrimas.

Error. Estaba vulnerable ante el tóxico.

—No estoy con él, solo es un amigo —le dijo el otro acercándose, sigilosamente cual serpiente—. Perdón, Yuji. A quien amo es a ti.

—No me amas— respondió el pelirrosa hecho un mar de lágrimas.

Satoru lo tomó de la mano y le dijo:

—Si te amo, perdóname. Estaba confundido, es que tú eres demasiado perfecto y veo como otras personas se acercan a ti. Estabas tan ocupado con tus entrenamientos también que me sentí solo e inseguro. Necesitaba amor y él fue la única persona que quiso dármelo. Pero no lo amo, Yuji, te lo juro por Dios.

O sea, que era su culpa.

—¿Por qué no hablaste conmigo sobre eso?

—No quería molestarte, te sentí distante de mí. Y vi que te fuiste al Mc Donald's con Yuta Okkotsu, pensé que estabas saliendo con él.

—Ay, Satoru... ¿qué cosas dices?

Gojo lo besó, fue un beso triste con sabor a sal de lágrimas. Sin embargo, lo hizo repetidas veces, al tiempo que le decía que lo amaba, que su vida sin él no tendría sentido y le pedía perdón. Aprovechando la fragilidad de Itadori, le sacó toda la ropa y le hizo el amor como al pelirrosa le gustaba. Al rato, se durmieron.

La constante vibración de un celular despertó a Yuji que estaba al costado de un muy dormido Satoru en la cama. Era el teléfono de Gojo, que vibraba sin pausa, el chico miró la pantalla y casi que le da algo: varias llamadas perdidas más una nueva entrante de nada más y nada menos que Suguru Geto. Tomó el celular entre sus manos y rechazó la llamada.

Una punzada reinó en su estómago. Había una manera de saber si todo lo que le había dicho su novio era cierto: revisado su celular.

Entró al Whatsapp y el chat con Geto estaba vacío, lo había borrado. Segundo chat: Leiri Shoko, seguido de Nanami Kento y otras personas de la facultad.

No sospechaba de ella, pero igual entró al chat de la chica. Subió un poco en la conversación y se fijó que hablaban de Geto y de él mismo.

Leiri
¿Qué pasó con tu grandote de atletismo? ¿Ya te descubrió? Comentan en la uni que te dio una patada y que ahora vive en casa de mi hermoso Fushiguro, ¡QUÉ ENVIDIA! Ese niño me encanta. Es tan varonil y guapo.

Satoru
Ya vas a empezar de nuevo con el emo de Fushiguro, no sé qué le ven todas. Y no seas ridícula, eso yo lo arreglo como sea. Solo me vio dándole un pico a Suguru.

Leiri
¿Un pico? ¡Qué raro! Si ustedes no saben más que comerse la boca como corronchos.

Satoru
Y tú envidiosa porque no te beso como a él. No te preocupes que mañana te meto la lengua hasta la garganta.

Leiri
No gracias, tú no sabes besar. Cuando hacemos tríos prefiero los besos de Suguru.

Basta. No pudo leer más, quería vomitar. 

Salió de la app dispuesto a dejar el aparato y salirse corriendo de allí cuando vio que su novio también tenía instalado Tinder en el teléfono.

—¡SATORU! —gritó para despertarlo—¡EXPLÍCAME! ¿QUÉ ES ESTO?

Yuji se vestía a toda velocidad mientras más lagrimas brotaban de sus ojos. Le gritaba al otro maldiciéndolo, pero más odiándose a él por ser tan estúpido.

"Yo no uso eso de Tinder, Yuji. Nada más lo descargué para ver si tu tenías", le había dicho Satoru. 

Que excusa tan balurda, y dejando de un lado el Tinder, ¿qué era eso de tener una relación paralela con Geto y Shoko?

No alcanzó a escuchar las explicaciones de su novio, salió corriendo solo con la mochila que contenía la Play y la laptop. Al diablo su ropa, podía comprarse más.

Estaba roto y perdido. Pero no volvería a esa casa, ni volvería con ese hombre. 

MI NOVIO TÓXICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora