XIV. TODO CONTIGO

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Killian Harris

Cuando la invité a cenar, no quise darle datos sobre el restaurante al que iba a llevarla. Quería que se vistiera como quisiera, que se pusiese algo con lo que se sintiera cómoda. Pero sin duda alguna, cuando la vi aparecer por la puerta, me quedé sin palabras.

Estaba realmente preciosa. Dios, ese vestido negro iba a acabar con mi juicio esta noche. En ese mismo momento solo pensé en meterla en el coche y llevarla a mi apartamento.

También estuvo el beso que me dio en la mejilla y como después la dejé con las ganas de besarla, aunque sinceramente, no sé de donde saqué tanto autocontrol. Con ella era todo tan diferente, con ella podía ser yo mismo y por eso la iba a llevar a mi restaurante favorito, un sitio al que solo he ido con mis padres, un sitio especial que estaba a punto de compartir con ella. Había reservado la mejor mesa y como mis padres eran amigos de los dueños, aproveché para pedirles que pusieran velas y algunas flores extras que sabía que le iban a encantar. No me consideraba un chico romántico, de hecho, nunca lo había sido, pero a ella quería sorprenderla.

Cuando llegamos al restaurante, le entregué las llaves de mi jeep a un trabajador para que lo aparcara. Ella, entrelazó su mano con la mía y juntos nos dirigimos dentro del establecimiento. Me encanta el tacto de su piel y la suavidad de sus manos.

Cuando entramos, una gran sonrisa se extendió por su rostro. Se le veía realmente feliz e impresionada. El restaurante constaba de dos partes, una cubierta y otra al aire libre. Como no hacía nada de frío, reservé la mesa del exterior que tanto me gustaba. Todo estaba iluminado con farolillos y bombillas de varios colores. Además, la mesa se encontraba junto a una barandilla con vistas a una cascada impresionante. A pesar de la cercanía de esta, el ruido era mínimo. Nos habían puesto velas y pétalos de rosas por la mesa, tal y como había acordado.

El mesero, con amabilidad nos acompañó hasta la mesa y se marchó para avisar al camarero que nos atendería esta noche.

-Hacía mucho tiempo que no venía a este lugar. Solía venir con mis padres cuando era más joven, pero a parte de ellos, nadie más me había acompañado nunca.- le digo con sinceridad.

-Este lugar es precioso Killian. Gracias por compartirlo conmigo.- me dice con una sonrisa y los ojos iluminados.

-Esto es solo el principio, Nicole. Me queda mucho por enseñarte y tenemos tiempo de sobra para todo.- A veces cuando la miro, me gustaría averiguar qué se le está pasando por esa cabecita suya.

Ella me asiente con una sonrisa.

Cuando el camarero vino a tomarnos nota, me sorprendió bastante la desenvoltura que demostró al hablar con él. Yo elegí los platos, ya que al haber ido más veces, sabía cuál era la especialidad del lugar, mientras que ella eligió el vino.

Cuando ella levanta la vista, me pilla observándola embelesado.

-¿Tengo algo en la cara Killian? ¿Se me ha corrido el maquillaje, es eso?- pregunta agobiada. Yo me río y le niego con la cabeza.

-Solo estaba sorprendido.- Hago una pausa, sin saber muy bien como formular lo que le quiero preguntar, pero realmente me preocupo por ella. -¿No has vuelto a hablar con tus padres desde que te fuiste?- le pregunto directamente. Noto como se tensa pero me apresuro a cogerle la mano y ella lo agradece con una sonrisa.

-Al poco tiempo de llegar a Londres, mi madre me llamó.- ella toma aire y prosigue. –No ha servido de nada Killian, solo discutimos como siempre, me dijo que era una inmadura y que siempre tenía que estar llamando la atención. Me quería comprar, joder, quería comprarme un coche más caro y descongelarme la cuenta bancaria con tal de que volviera. Siguen sin comprender nada y me da miedo que nunca lleguen a comprenderlo.- Dice ella con un tono muy serio. No sé si ha sido buena idea sacar este tema, pero quiero ayudarla, comprenderla.

UN NUEVO COMIENZODonde viven las historias. Descúbrelo ahora