XXII. TODO COMIENZO TIENE SU FINAL

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Cuando la alarma sonó a la mañana siguiente, desee poder parar el tiempo. Tenía una resaca increíble y apenas podía recordar vagamente lo que pasó anoche. Recuerdo cómo íbamos tomándonos copas y chupitos de bar en bar, hasta que la memoria comienza a fallarme. Yo estoy tumbada en la cama con una pierna estirada hacia fuera mientras que Antonella se quedó dormida en el sofá por lo que veo.

Cojo el móvil para ver si tengo algún mensaje y cuando lo desbloqueo me quedo atónita. Tengo 15 llamada perdidas de Killian. Voy al chat y no puede ser, anoche hablé con él y ni lo recuerdo. Los mensajes que le mandé, sin duda alguna, no hubiera sido capaz de mandárselos sin estar ebria. Lo peor de todo es que cuando miro la hora, me percato de que son las dos y media de la tarde. No había ido a las prácticas y al parecer no puse bien la alarma. Una bonita forma de empezar el miércoles. Por no hablar de los mensajes que le dejé a Killian y sus quince llamadas de esta mañana. Todo mejora por momentos.

Estoy incorporándome sobre la cama cuando el timbre de la puerta suena. Solo se me ocurren dos opciones, o tengo algún vecino que quiere conocerme o es Killian. Primeramente, pensé en hacerme la tonta y no abrir la puerta pero Antonella tuvo que pegar un chillido que nos delató a las dos.

-¿Puedes abrir la maldita puerta para que pueda seguir durmiendo?- dice Antonella de mal humor.

-Antonella, son las dos y media, ¡las dos y media!- grito alterada. El timbre vuelve a sonar en ese momento.

-Se acabó, yo abro- dice la rubia levantándose de un salto sin que me dé tiempo a detenerla, así que decido esconderme debajo del edredón, como si eso me hiciera invisible de algún modo.

-Joder, menos mal. Pensábamos que os había pasado algo.- dice Alexander soltando un suspiro para acto seguido besar a Antonella de forma desesperada.

Me fijo por un huequito de las sábanas en que son Alexander y Killian, aunque este último se encuentra apoyado en la pared del pasillo.

-¿Qué nos iba a pasar?- pregunta Antonella frunciendo el ceño.

-No contestabas a mis mensajes desde ayer, Nicole no ha ido a las prácticas, ¿te parece poco, Antonella?- la verdad es que no conocía esa faceta de Alexander, se le ve realmente preocupado.

-¿Por qué no pasáis?- dice ella con una sonrisa. Genial, esto no puede estar pasando.

Yo, reuniendo todo el valor que ahora mismo no tengo, salgo de la cama y me siento en el sofá con toda la manta alrededor de mi cuerpo, sin saber muy bien qué decir. Sé lo serio que es Killian con el trabajo y he faltado a las prácticas por una irresponsabilidad, por lo que seguro que está cabreado, pero también están los mensajes que le mandé borracha lo cuales ha leído y me da mucha vergüenza mirarlo. Ellos pasan y se sientan también. Decido romper el hielo y hablar sobre nuestra noche cuando Antonella se me adelanta.

-Anoche salimos de fiesta, Nicole lo necesitaba. Estaba muy estresada y no quería ser la responsable del mal humor de mi amiga.- Le dirijo una mirada de enfado a Antonella por lo que acaba de decir, esta capta el mensaje y cierra la boca pero lo que más me sorprende son las carcajadas de Killian y Alexander.

-No me puedo creer que hayáis salido de fiesta sin mí. Espero que sea la última vez que me excluís de un plan así.- replica Alexander divertido. Yo sonrío sin saber que decir. Alexander es un chico muy comprensivo y un buen amigo, pero ahora mismo necesito hablar con el idiota que se ha mantenido en silencio desde que ha llegado

-Antonella se equivocó de móvil, y le habló a Killian pensando que era Alexander desde el mío.- Ella está aún más perdida que yo en esta conversación por cómo me mira. –Te acompañaré al oculista amiga- Dios mío esta mentira no hay quién se la crea, la suya por lo menos parecía más convincente.

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