X. ¿LÍMITES?

16 4 0
                                    

-¿Te apetece quedarte a cenar? -suelto sin más. A él le pilló por sorpresa mi pregunta. –Bueno, no sé si es apropiado dado que soy una de las candidatas de tu programa, pero me gustaría...- Otra vez no puedo acabar la frase ¿pero qué me pasa?

-¿Por qué no sería apropiado? ¿Nunca has tenido una cena por trabajo?- me suelta riéndose. -Además puedo hacer lo que me dé la gana Nicole, ya sabes quién soy.

-Eres un prepotente y un creído -me hace perder los nervios, cada vez que trato de ser amable y olvidar su jodida prepotencia, va y me da una ostia de realidad.-Y ya no quiero cenar contigo, lo he pensado mejor y creo que no es apropiado. - le digo intentando sonar lo más decidida que puedo.

Él aparca el coche en la dirección que le había dado y se gira para mirarme directamente a los ojos.

-Yo sí creo que es apropiado, necesitamos tener buena relación en el trabajo y para ello tenemos que solucionar otros temas.- suspiro. Por mucho que me joda, aparto mi orgullo ya que tiene razón.

-Vale, pero hoy fijaremos unos límites. No quiero que me vuelvan a ver contigo fuera del trabajo y empiecen a estipular cosas.- cansada trato de dejar clara mi postura.

-Estipular cosas ¿eh?, no creía que fueras de las que le importaban lo que dijeran los demás.- Está acabando con la poca paciencia que me queda.

-Y no lo soy, o sea... joder, no empecemos, vamos a llevarnos bien por una noche.- digo intentado tranquilizarme.

-No digas groserías. Además, te recuerdo que anoche también nos llevamos bien.- dice el capullo.

-Eres un idiota ¿lo sabías?- digo negando con la cabeza.

-Te has encargado de decírmelo desde que nos conocimos.- me dice sonriendo. Yo, frustrada por la conversación, subo las escaleras con él detrás. Normalmente el ascensor tarda mucho y el hecho de estar con esta persona en esas cuatro paredes me afecta de una manera que no debería.

Cuando llegamos a mi apartamento, decidimos pedir unas pizzas y mientras llegaban, fui a tomar una ducha. El cansancio que acumulaba de la noche anterior y el estrés de hoy, ya empezaban a manifestarse en mi cuerpo. Salí de la ducha y me coloqué unos pantalones de chándal blanco y una sudadera gris para estar cómoda. Me dirigí al salón y me senté en el lado contrario del sofá en el que él se encontraba. Él, en cuanto me vio, guardó el móvil en su bolsillo.

-Todavía no me has contestado la pregunta ¿por qué me evitabas?- suelta él sin más. ¿Todavía se acuerda de esa conversación? Joder. Me empiezo a poner nerviosa y me ruborizo un poco, él se percata de ello pero se mantiene en silencio.

-No te evitaba, te he estado prestando atención durante toda la reunión, está muy bien eso de no repetir las cosas dos veces, por cierto.- digo intentando desviar el tema de la conversación.

-Sabes que no me estoy refiriendo a eso. Quiero que me digas por qué reaccionaste así en mi casa, por qué te pusiste tan mal y por qué de repente tuviste prisa por irte. Además llegaste tarde a la reunión y casi sales corriendo si no llego a llamarte.- dice seriamente. ¿De verdad le importa lo que tenga que decirle? No sé qué debo decir, no sé si ser sincera o mentirle. En parte me sinceré con el anoche, pero esta conversación me da un poco de vergüenza. Bueno, venga, no tiene por qué ir mal ¿no?

-Pues joder, yo, a ver, no es importante sabes, fue una tontería.- digo quitándole importancia.

-Bien, estamos avanzando, por lo menos has admitido que hay un motivo. –lo que me insta a continuar.

-Es porque...-de repente soy interrumpida por el timbre de la puerta. –Las pizzas.- digo eufórica. Salvada por la campana. Él suelta el aire frustrado y se pasa las manos por la cara.

UN NUEVO COMIENZODonde viven las historias. Descúbrelo ahora