XXI. DEJANDO EL MIEDO ATRÁS.

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Salí del edificio con una sonrisa más que palpable. Lo que este hombre me hacía sentir era inexplicable, era nuevo para mí y me daba miedo la idea de que no fuera mutuo. Sabía que Killian sí había tenido novia antes pero que a raíz de su ruptura, se acostaba con chicas diferentes cada semana, ¿por qué iba a ser yo la excepción? A veces me gustaría poder dejar de pensar por unos minutos, dejar de preocuparme y disfrutar más de los pequeños momentos.

Llegué al restaurante chino en el que había quedado con Antonella. Estaba muy cerca de nuestro trabajo por lo que podríamos hablar y ponernos al día sin preocuparnos por poder llegar tarde. El local era de madera oscura, con mesas redondas del mismo material y luces tenue encima de estas. De fondo se escuchaban unos violines que se mezclaban con el sonido del agua cayendo procedente de una fuente que había dentro del local.

Antonella me saludó desde una de las mesas por lo que fui enseguida hasta donde se encontraba.

-Hola Nicooole!!- me dice ella con entusiasmo.

-Hola Anto, ¿Qué tal?- respondo con una enorme sonrisa.

-Mejor que tú seguro que no, ¿qué tal con el empresario buenorro?

-¡Antonella!- exclamo ruborizándome.

-Pero ¿habéis arreglado ya vuestras cosas?, lo digo porque en la cena había una tensión entre vosotros...- pregunta ella interesada.

-La verdad es que sí, está todo solucionado.- en esos instantes comienza a aparecer por mi mente lo que Killian y yo habíamos hecho esta mañana e inconscientemente esbozo una sonrisa y me ruborizo.

-Ya veo, ya...- ella niega con la cabeza y me mira directamente. –Hay algo que quiero contarte... no es malo, todo lo contrario, pero quiero saber cuál es tu opinión.

-Antonella ¿estás nerviosa?, eso no es propio de ti.- le frunzo un poco el ceño vacilante.

-He empezado a salir con Alexander- suelta de golpe. Se me abren tanto los ojos que creo que se me van a acabar saliendo de las cuencas. Por lo que he conocido de ambos, ninguno quería compromisos ni esas cosas pastelosas como una vez se refirió Alexander al amor, cosa que me hizo mucha gracia. Pero la realidad es que me alegro mucho, quiero ver a mi amiga feliz y siento que los dos se complementan muy bien. Hacen sin duda una gran pareja.

-Tía, eso es increíble. Me alegro mucho por vosotros- le digo sinceramente dando palmaditas.

-Ninguno éramos mucho de relaciones y míranos, estamos en una, creo...- Ambas soltamos una carcajada. Se le ve realmente feliz y no me puedo alegrar más, se lo merecen.

Pasamos la siguiente hora hablando de mis prácticas, de su carrera en la universidad, de Alexander y de Killian. Estábamos tan cómodas que incluso nos planteamos planear un viaje o hacer algo divertido todos juntos. Me encanta pasar estos momentos con ella, ambas nos sinceramos y desahogamos hasta perder la noción del tiempo.

Estábamos a punto de levantarnos cuando Antonella miró su móvil y su expresión cambió drásticamente.

-¿Qué pasa Anto? ¿Qué hora es? ¿Llegamos tarde?- ella me observa sin decir nada. -Antonella, vamos, dime, qué pasa.- ella me da su móvil para que pueda leer lo que parece ser una noticia.

-"Nicole Rivas, la hija menor de la familia Rivas, está estudiando en el extranjero para formarse profesionalmente y estar a la altura de los cargos que ocupará en la empresa de su familia"- me quedo en shock tras leer esto. En la portada de este titular, salen mis padres hablando de forma elegante y con una sonrisa muy falsa.

-¿Estás bien?, tus padres no tienen ningún derecho a inventarse esas cosas. Si no te apoyan por lo menos que no vayan difundiendo noticias falsas sobre tu vida.- Una lágrima recorre mi mejilla, pero esta vez no siento el pánico atroz que he sentido otras tantas veces, simplemente me siento dolida y traicionada por mi propia familia.

UN NUEVO COMIENZODonde viven las historias. Descúbrelo ahora