XXXIV. ADVERTENCIAS

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Nicole Rivas

La cena fue increíble, los padres de Killian prepararon todo tipo de platos, había varios tipos de carne, puré de patatas, ensalada, lasaña, decían que cómo no sabían qué me gustaba, habían decidido preparar un poco de todo. Me lo pasé muy bien, conversé también un buen rato con los abuelos de Killian, y aunque me ofrecí a ayudar a quitar la mesa, nadie me dejó. Me preguntaron por mi familia, fue un momento algo tenso para mí, Killian colocó una mano en mi rodilla y trató de cambiar de tema, yo me limité a hablar de Carlos cuando me preguntaron. Su tía era también muy divertida, no pararon de contar cosas de cuando él era pequeño, así que cuando terminó la cena me dolía la cara de tanto reír. Varias copas de vino más tarde, decidimos retirarnos a su antigua habitación mientras los adultos seguían disfrutando de la noche.

Él también había tomado vino, incluso un par de vasos de whisky, y seguía tan sereno, sin embargo, yo estaba contentita. Me arrastró de la mano hasta las escaleras que conducen al piso superior. Me cogió entre sus brazos y solté un pequeño grito por la sorpresa.

-Oye, que puedo andar.- digo pasando mis brazos alrededor de su cuello y posando mi nariz en el mismo para aspirar ese olor que tanto me encanta. Su risa ronca me pone la piel de gallina. Seguimos por el pasillo hasta que abre una de las puertas blancas, que deduzco es su habitación, y entra dejándome con cuidado sobre la cama. Enciende una pequeña lámpara de su mesilla y puedo mirar con más claridad lo que hay a mi alrededor. Es cómo una habitación elegante, con una gran cama de sábanas oscuras, pero a su vez también hay fotos, posters, trofeos, se nota que ha sido la habitación de un adolescente. -¿De qué son esos trofeos?- pregunto arrastrando la lengua un poco. Él me mira curioso y se acerca a la estantería de cristal para coger uno de ellos y enseñármelo.

-De pequeño me gustaban varias cosas, gané algunos haciendo natación, otros son de hípica, de fútbol y de ajedrez. –guau este chico ¿es perfecto?, prefiero no decirlo en voz alta porque no le pienso subir más el ego.

-Nunca he sabido jugar al ajedrez...-digo atrayéndolo hacia mí por la camisa.

-Puedo añadirlo a la lista de cosas que me gustaría enseñarte.- me da un beso en los labios que dura más de lo normal pero se separa. –Quítate la ropa mi amor. Te voy a dejar algo más cómodo para dormir.- Una necesidad nace en mi interior ante su orden.

-Por qué no me la quitas tú. –El alcohol me hace hablar más de lo normal y me encanta. Lo vuelvo a atraer hacia mí con más fuerza que antes, y caemos los dos hacia tras en la cama. Killian aguanta su peso sobre uno de sus brazos para no aplastarme. No para de mirarme a los labios pero finalmente levanta su vista hacia mí.

-Joder Nicole.- maldice entre dientes cosas que no logro comprender. –Vamos a darte una ducha primero...- su rechazo hace que me ponga a llorar como una niña pequeña. La cara de Killian se transforma en preocupación y queda agachado frente a mí en la cama. –Eh eh, ¿qué pasa?

-Es qu... que ya no quie... quieres follarme. Es porque esto... estoy más gorda.- trato de decir entre lágrimas. Siento que me falta hasta el aire. Killian coge mis mejillas entre sus manos.

-Shh, mírame, ¿crees que no quiero follarte?- dice señalándose el paquete que parece que va a explotarle los pantalones. -Me la pones malditamente dura, mi amor.- sorbo por la nariz un poco más tranquila y me ruborizo de inmediato por lo que dice.

-Es que yo pensaba...- no puedo decir ni una frase me pesa demasiado la lengua.

-Me encantas tal y como eres Nicole, ni siquiera vuelvas a pensar esas cosas. Tú eres perfecta, sólo tú ¿me oyes? –asiento un poco más animada. –Y ahora, vamos a darte una ducha para bajar esa borrachera.- deja un delicado beso en mi frente y vuelve más tarde para llevarme a la bañera que ha llenado.

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