XXIII. SOLO SI ES CONTIGO

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Killian Harris

A penas había pegado ojo en toda la noche, así que, nada más despertarme, me dirigí a la cocina a preparar un buen café. Lo necesitaba. Estaba tan concentrado que ni siquiera me había percatado de que tenía mensajes de Nicole. Me atraganté con la taza al ver de qué se trataba. Opté por llamarla ya que la conocía y sabía que esos mensajes no los habría escrito estando sobria, pero nada, no me lo cogía.

Como sabía que la vería en la empresa, decidí vestirme e irme a trabajar. Últimamente habíamos estado trabajando más horas y como se acercaba una importante gala benéfica, a mi padre le encantaba que nuestro nombre apareciera en lo más alto.

La mañana transcurrió demasiado lenta a mi parecer. No la vi por ninguna parte. Fue irresponsable y yo sabía, por sus mensajes subidos de tono, a qué se debía. Era inevitable pensar en que esa morena despistada y su poca tolerancia al alcohol me volvía loco. Sin embargo, Alexander, se pasó toda la mañana preocupado. Conocía demasiado bien a mi amigo pero he de decir que nunca lo había visto tan preocupado por una chica, así que accedí a acompañarlo a casa de Antonella.

Cuando llegamos, nos percatamos de que no estaba en casa y se me ocurrió ir a casa de Nicole. Tenían que estar allí o si no, el único preocupado no sería Alexander.

Aparqué como pude el coche y subimos hasta su apartamento. Mi amigo tocó el timbre una vez, parecía que no había nadie hasta que escuchamos la característica voz de Antonella, seguida de la de cierta grosera que había ocupado mis pensamientos. Cuando la puerta se abrió y la vi desde mi posición, el corazón me dio un vuelco. Joder, por mucho que se escondiera, yo siempre la encontraría, saber que estaba bien me dio verdadera paz y en ese momento comprendí que Nicole me importaba de verdad. Estaba sintiendo algo mucho más fuerte de lo que llegué a sentir por mi ex, y eso en parte me asustaba.

Después, cuando nos quedamos solos, no pudo darme mejor noticia que la de ir a la gala. Llevaba unos días pensando en invitarla, en que fuésemos juntos como pareja pero sabía todos los problemas que había tenido con sus padres y sabía que ellos iban a estar allí. Me encantó que fuera ella la que me lo dijera, su forma de preguntar inocente y lo nerviosa que se pone cuando trata de expresarse, me encanta.

En ese momento supe lo que quería y por una vez en la vida, era yo el que se puso nervioso. Tuve que poner una excusa malísima para salir cuanto antes de allí y ella se dio cuenta. ¿Pero qué podía hacer?

Llamé a Alexander, sabía que estaba con Antonella, pero necesitaba un consejo de mi amigo. Quedamos en una cafetería un poco apartada de la ciudad, ya que, cada vez que íbamos a un sitio más concurrido, la gente acababa reconociéndome y haciéndome fotos.

Cuando llegué, él ya me estaba esperando allí.

-Más te vale que sea importante, Killian. –por como lo dice sé que he interrumpido algún momento íntimo entre él y Antonella.

-Lo es, necesito un consejo. Quiero pedirle a Nicole que bueno... que seamos algo más... pero es que cuando quiero hacerlo no me sale. ¿Cómo sé que ella sí es la correcta?- pregunto frustrado conmigo mismo.

-Ella no es Taylor amigo mío. Que te pusieran los cuernos una vez no quiere decir que todas las demás te los vayan a poner.- me dice sinceramente.

-Lo sé..., pero como sé que lo que siento es de verdad, cómo sé que no me voy a equivocar. ¿Y si soy yo el que le hace daño o el que le pone los cuernos?- pregunto realmente confuso. Confío en ella por muy poco que la conozca, confío en ella. Tal vez, en quien no confío es en mí mismo.

-Killian Harris, tú no eres así. Sé cómo la miras, he visto como os miráis y como te cambia la cara de amargado cada vez que estás con ella. No me vengas con gilipolleces. No puedes vivir con el miedo a ser tú el que la cague o a que te vuelvan a hacer lo mismo porque básicamente no vivirás- sus palabras tienen tanta razón que me asustan. Cuando adopta su faceta seria, siempre es el mejor dando consejos.

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