II. LONDRES ¡ALLÁ VOY!

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¿Alguien sabe qué sabor tiene el alcohol o qué efectos podría provocar en mí? Yo nunca lo he probado y no es que lo necesite pero me gustaría poder saber qué se siente, saber si de verdad te hace olvidar como dicen. Durante la fiesta de la boda estuve a punto de poder probar un coctel con vodka, fue todo un fracaso ya que mi madre apareció como la bruja de un cuento quitándomela de las manos. Siempre que trato de experimentar con algo aparece y no es que sea vidente pero tiene guardaespaldas por todos lados que actúan de niñeras como si aún tuviera 12 años. Eso me jode un poco más la existencia.

Eran las cuatro de la mañana cuando decidí irme a mi cuarto, no sin antes haberme despedido de los invitados y haberles dado un abrazo a mi hermano, su marido y a mis padres, después de todo me iba a ir de casa, que cojones, yo necesitaba esos abrazos, los necesitaba a ellos desde hace mucho tiempo y no estuvieron. Estos últimos se sorprendieron ya que entre nosotros no estamos acostumbrados a estas muestras de cariño, sé que es raro, pero así son ellos.

Cuando entro en mi habitación, cojo la maleta grande que me regalaron en mi cumpleaños y empiezo a llenarla de mis conjuntos y prendas favoritas. Si ellos supieran para que iba a utilizar la maleta, sin duda alguna se hubiesen pensado mejor si comprarla. Antes de cerrarla, meto un sobre con fotos que he ido guardando a lo largo de los años. Mi hermano y yo compartimos esa necesidad de fotografiar hasta los momentos más pequeños e insignificantes de nuestras vidas como si en algún momento pudiésemos olvidar algo de esta. Soy una persona muy sentimental y he tenido una buena infancia. Por muchos privilegios que haya tenido no me considero materialista, por eso mismo guardo las fotos, porque me ayudan a recordar los buenos momentos que he vivido, por muy amarga que haya podido ser mi adolescencia, me recuerdan que mi niñez no fue de la misma manera.

Una vez cierro la maleta, meto en mi bolso la cartera, el pasaporte, mis gafas de sol y de la vista, mis auriculares y otras cosas importantes, como mi portátil y los cargadores. Cuando ya lo tengo todo listo, me siento en la cama y con lágrimas en los ojos me dispongo a escribir las cartas como ya tenía pensado. Es complicado para mí, nunca me han gustado las despedidas pero sé que esto es lo correcto, sé que no existe otra manera de poder hacer lo que quiera. Una vez termino, pongo la alarma en mi móvil para poder dormir una hora ya que mi vuelo era a las diez y no estaba dispuesta a perderlo.

Eran tantas las emociones que recorrían mi cuerpo que cuando apagué la alarma me di cuenta que no había dormido. Una parte de mi se sentía culpable como si estuviera haciendo algo mal, otra vez ese jodido pensamiento rondaba mi cabeza pero para mí no había vuelta atrás que valiese, así que borré todo pensamiento negativo y me centré en el único camino incierto que se dibujaba ante mis ojos. Como ya lo había dejado todo preparado la noche anterior, bajé las escaleras y coloqué las cartas junto a un florero de la mesa del salón, un lugar bastante visible, y coloqué junto a ellas, las llaves de casa que me habían otorgado y las llaves de mi Mercedes negro, otro regalo de cumpleaños de mis padres, un regalo que me encantó en su día pero que ahora miraba con desconcierto, como si lo que antes creía increíble y fascinante fuera algo desconocido para mí.

Ya no había nada que me atara a esa casa, así que con una sonrisa de oreja a oreja y con la cabeza bien alta, salí por la puerta y la cerré sin hacer mucho ruido, aunque después de la fiesta de anoche dudo que alguien se enterase.

Pedí un uber que me dejó en la puerta del aeropuerto y tras facturar la maleta y pasar el respectivo control de seguridad, fui directa a un Starbucks que había dentro. Mientras me tomaba mi frappuccino de caramelo y escuchaba mi playlist de Spotify, hice una foto que subí a mi historia de Instagram, supongo que por costumbre solía hacerlo. Nunca he tenido amigos, todos los seguidores que tenía era por el hecho de quienes eran mis padres o algunos compañeros de clase con los que no llegué a tener más relación que la de hacer un trabajo de grupo juntos. No sé por qué pero cuando la gente se enteraba de quien era o bien se alejaban o me hacían la pelota para conseguir algo de mí. Este es otro de los motivos por los que también me voy, porque allí nadie me conocerá o por lo menos eso espero.

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