Capítulo 21

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— Un café al ginseng pequeño, por favor. — escuchó ordenar Andrea a la persona que ocupó el taburete a su lado. — Que sea en taza grande. — agregó la voz masculina a lo que ella simplemente sonrió de forma sarcástica. Sin necesidad de levantar la mirada supo que se trataba de su colega. El reloj acaba de marcar la hora exacta por lo que como siempre Lorenzo llegaba repugnantemente puntual, como si robarle segundos al tiempo fuera un delito.

— Dime que tenemos algo y que vas a volver — fue lo primero que dijo el hombre con voz lastimera mientras ojeaba la revista que antes ocupaba su lugar.

La castaña se llevó la taza que tenía frente a ella a los labios intentando ignorar el comentario de su colega demasiado teatral para sus gustos. Una mueca acompañó su silencio. El café en aquel lugar era uno de los peores que había tomado en su vida.

— ¿Tanto me extrañas? —cuestionó burlona con la taza aún pegada a los labios.

Tener que disimular la conversación era algo que no se le daba muy bien pero necesario por si alguien los observaba ya que, a pesar de no haber levantado sospechas hasta el momento, la prudencia nunca estaba de más.

— Te encantaría, pero créeme, si te ponen de pareja con ese tío, tú también me extrañarías — zanjó el rubio al recibir la taza que no tardo en llevar a sus labios. —¡Dios esto es un asco! — murmuró dejando la misma en el platillo.
— Ahora sabes lo que se siente. — bromeó Andrea llevándose un gruñido como respuesta por parte del rubio. Se suponía que en ese tiempo que disponían sólo debían compartir información importante, pero como no intercambiar dos palabras con el hombre que llevaba casi cinco años a su lado. Sobre todo, después de que, en esos últimos meses, en los que el trabajo los mantuvo por más horas de las requeridas en la central, su relación mutó sin que ella pudiera evitarlo. Lorenzo que en más de una ocasión se había empeñado en profundizar la simple relación de colegas que ella se empeñaba en mantener termino consiguiéndolo. Por lo que ahora a pesar de que no eran íntimos amigos y segura de que jamás lo serían, sabía que podía confiar en él. Al menos así lo creía.

— ¿Avances? —preguntó Lorenzo adoptando un tono más serio y par de decibeles más bajo. La cafetería empezaba a quedar vacía tras la hora del desayuno, nada bueno para ellos, por lo que tenían que ir al punto. Andrea negó y dejó escapar un suspiro frustrado — ¿Qué pasa si no los consigues? — quiso saber él, consciente de lo que un fracaso significaba para la castaña.

— ¡Los conseguiré! —aseguró Andrea con firmeza.

— Pero ¿y si no lo haces? — reiteró Lorenzo buscando su mirada. El silencio que se produjo tras palabras esas hicieron que los rumores desparecieran alrededor de Andrea. Sabía lo que aquello significaba y no, no tenía intenciones de aceptarlo — Andrea — Lorenzo pronuncio su nombre tras unos segundos que parecieron siglos.

— No, Lolo, no vuelvas a decirlo — pidió Andrea con la voz apagada y la vista clavada en los restos de café en su taza, como si tuviera el don de leer el futuro en ellos—. Necesito que paguen — agregó en un tono apenas audible.

Ante este Lorenzo advirtió como un nudo le cerraba el estómago al volver a ver aquella mirada. Era cierto que en esos últimos meses fue él quien hizo todo lo posible por acercarse a ella, conocer un poco más a la mujer era de vital importancia, así que ahora sabía que aquello no era solo una cuestión de trabajo para ella. Como también sabía que era lo que podía pasar si Andrea tenía éxito en aquella misión. Un escalofrío recorrió su espalda de arriba hacia abajo y estuvo a punto de decir algo que no debía, pero se contuvo. Él también tenía mucho que perder si revelaba algo y no estaba para correr riesgos.

— Los de arriba quieren hechos — afirmó con pesar. Era consciente de cuánto Andrea se empeñó para que la asignaran a esa misión y cuánto necesitaba cerrar aquel capítulo de su vida. Ahora lo entendía y de cierta forma le dolía no poder ayudarla.

¿Lo dejaria todo por ti?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora