Sin dudas aquella había sido la situación más incómoda de toda su vida, penso Andrea durante el trayecto de regreso a la propiedad de los Russo. Es que lo ultimo que esperaba era tener un almuerzo con Vienna y no solo porque se trataba de la ejecutiva, si no porque, por alguna razón, cada vez que esta entraba en su espacio, ella experimentaba aquella sensación. Literalmente era como si todo su cuerpo se electrificara haciéndole perder las referencias, como si Vienna Russo poseyera un campo gravitacional propio, capaz de atraerla con tal fuerza que le era imposible oponerse.
—¿Quieres un café? —le preguntó Anna sacándola de sus pensamientos.
Habían llegado hacia casi una hora, después de que Vienna se disculpará por tener un asunto demasiado importante que atender. Un asunto que estaba segura tenia que ver con su investigación. Al menos esa fue la impresión que le dio la mujer al despedirse de ellas.
—Si gracias. - accedió porque no le quedaba más remedio que matar el tiempo en la cocina ya que Isabelle estaba descansando en su habitación. - Por cierto, Anna, perdona si te lo pregunto, pero ayer no pude evitar de escuchar lo de tu madre —comentó intentando entablar conversación con la niñera.
—Sí. La verdad es que si no fuera por la señorita Russo, no sé qué habría hecho —declaró esta, mientras preparada la cafetera con el polvo y el agua para luego dejarla sobre la hornilla.
—¿La señorita Russo? —indagó entornando los ojos, un poco exasperada por las palabras de Anna. ¿Es que acaso esas personas no veían la maldad en Vienna? Se cuestiono por enésima vez. Una mujer que traficaba todo tipo de cosas ilícitas no podía ser una buena persona pero al parecer todos en aquella casa estaban ciegos. Claro que su misión no era juzgar a los empleados sino sacar información de ellos aunque le parecía una misión imposible ya que todos parecían estar bajo algún embrujo; porque cada vez que se atrevía a preguntar sobre Vienna, se deshacían en halagos y palabras bonitas.
—Sí —Anna le regaló una media sonrisa con un halo de ternura—. Cuando ingresaron a mi madre, creí que perdería el trabajo. Ya sabes, tuvieron que operarla del corazón, por lo que necesitaba de cuidados una vez que la remitieran a casa —hizo una pausa para verificar el estado de la cafetera—. Somos solo ella y yo —sus palabras se le cortaron por la emoción y sus ojos se volvieron cristalinos—. Entonces la señorita Russo se ofreció a pagar una asistente por todo el tiempo que mi madre lo necesitase. Sé que pudo sustituirme, era más fácil y gastaría mucho menos pero no lo hizo —terminó de explicar al tiempo que un suspiro se escapaba de su pecho—. Sé que no todo el mundo cree que ella sea una buena persona, pero yo estoy convencida de que lo es —afirmó con convicción.
Luego vertió el café en dos grandes tazas y las llevó hasta la mesa donde se encontraba Andrea.
—Gracias —dijo aceptando a que le ofrecía. El olor se colo en sus narices y durante mas de un segundo su mirada se clavo en el líquido negro mientras repasaba las palabras de Anna. Visto desde su perspectiva, podía entender por qué tanta devoción hacia la ejecutiva. Supuso que no era la única entre los empleados que le debía algo a Vienna. Sabía cómo era la situación de muchas personas como Anna así que trabajar para personas como Vienna, era como sacarse la lotería ya que las opciones eran pocas. La delincuencia resultaba ser la única solución a los problemas, ella lo sabía.
—Perdón por interrumpirlas —dijo Rocco apenas cruzó el arco de la puerta de la cocina.
A diferencia de la mañana, el chico vestía de manera informal y llevaba en sus manos una camisa. Andrea no había tenido muchas ocasiones para interactuar con el, ya que cuando no estaba con Vienna, este se encargaba de hacer de chofer para Paris o para la señora Isabelle cuando era necesario.
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¿Lo dejaria todo por ti?
General Fiction¿Cuál es la diferencia entre el amor y el odio? ¿Cuál es la línea que los separa? ¿Qué sucede cuando estos mundos entran en conflicto? ¿Y cuándo lo que creías justo deja de serlo? Si al veneno que alimenta el alma, se le descubre el antídoto, ¿cuánd...