Capitulo 16

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Otra semana estaba a punto de terminar y Andrea empezaba a sentirse insegura acerca de su objetivo; obtener evidencias que demostraran la culpabilidad de Vienna se estaba volviendo casi imposible. Por lo que se preguntaba si tal vez sus superiores y, hasta ella misma, no habían sobrevalorado la dificultad de la misión. El martes en la mañana, y tras recibir el documento con toda la información que había requerido, se sintió un poco más frustrada. Rocco Maltempo no parecía ser tan importante como pensó, por lo que no estaba segura de poder obtener algo de él. El muchacho era otro extraviado que Vienna Russo recogió de la calle; unas cuantas noches en la comisaria por pequeños robos y peleas no lo convertían en un miembro clave, pero no podía excluir la posibilidad de que fuera el amante de la ejecutiva. Sobre todo después del insólito encuentro de aquella noche.

Durante esos últimos días, la asistente se había dedicado a curiosear por la casa, con el único objetivo principal de llegar al estudio de la ejecutiva que, tal cual ya había comprobado, se mantenía cerrado bajo llave. Las posibilidades de que existiera una segunda llave de esa puerta de seguro eran escasas; y de ser así, estaba convencida de que la única persona que podría tener acceso era Ernesta. Una empresa prácticamente imposible.

¿Qué se supone que tengo que hacer para conseguirla? Era una pregunta que seguía rondando su cabeza y la única respuesta que conseguía darse era la más absurda, pero la única posible hasta ese momento. Después del encuentro del lunes por la noche, decidió prestar un poco más de atención a la ejecutiva, ya que su sexto sentido, o su intuición, le decía que allí estaba la clave para lograr su misión.

Fue por eso, por estar demasiado concentrada en descubrir si entre Vienna y Rocco existía algo de tipo romántico por lo que no supo como reaccionar al notar que la forma en que Vienna la estudiaba cada vez que estaban en la misma habitación era muy diferente a como veía a Rocco. Además estaba aquella manera en que sus labios se curvaban formando una media sonrisa traviesa cada vez que sus miradas se cruzaban provocándole sensaciones imposibles de ignorar. Así que, allí frente a sus ojos estaba la evidencia, mucho más clara que el agua. Vienna se sentía atraída por ella y el sentimiento era de cierta forma recíproco. Le resultaba imposible negarlo, pero era algo que no podía ser.
Por ninguna razón en el mundo podía dejarse llevar por un impulso carnal. Porque eso era lo que era, y no necesitaba ser experta en la materia. Reconocía los síntomas de aquel impulso que tantas veces la llevo a experimentar unas cuantas noches de sexo que no contaban como base para su teoría.  Una teoría que la llevaba a valorar una idea demasiado absurda. Sobre todo, porque de ser así, era la única vía de acceso posible a ese maldito estudio. Vienna era la única vía que veía posible y eso solo significaba condenarse al infierno sin posibilidad de redención.

En eso había estado pensando casi toda la mañana de aquel sábado mientras ayudaba a la señora Isabelle en la pequeña Serra. Tras sembrar unas cuantas semillas de girasoles, trasplantar una rosa y regar el resto de las plantas Andrea empezaba a experimentar aquella sensación de paz que la embargaba cada vez que bajaban al lugar.

—Isabelle que le gustaría leer hoy —preguntó Andrea con voz pausada tras colocar la bandeja del almuerzo en una mesita que formaba parte del amueblado de la habitación de la mujer. Como cada sábado, una vez terminada la rutina en la Serra, Isabelle tomaba una ducha para luego consumir su almuerzo en el cuarto. Era algo que solían hacer ya que ninguna de sus hijas pasaba el día en la propiedad y los niños no regresaban hasta entrada la tarde a causa de sus actividades extraescolares.—. ¿Que le parece este? —indicó, sacando un volumen cualquiera de la pequeña biblioteca privada que ocupaba una de las paredes. Le quedaba claro que la lectura siempre formó parte de la rutina de la familia. En más de una ocasión había visto a los niños e incluso a París leyéndo por lo que se preguntaba si Vienna también disfrutaría de aquel pasatiempo. 

¿Lo dejaria todo por ti?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora