Capítulo 35

40 4 0
                                    


¿Porque no podía ser un lunes cualquiera? ¿Porque no podía ser uno de esos tantos en lo que no pasaba nada; uno de esos en los que no tenia ninguna información relevante para la investigación? Se preguntaba Andrea con los nervios a flor de piel mientras esperaba en el taburete de la cafetería. La paciencia no era una de sus virtudes, pero tenía que llenarse de ella si no quería levantar sospechas mientras esperaban el trabajo de la llave.

—¿Cómo la conseguiste? —le preguntó Lorenzo tras beber de su taza de ginseng helado. El calor de esos días era insoportable así que el rubio solía agregar hielo a su disgustosa bebida.

—No quiero hablar de eso —respondió ella con sequedad. No quería hablar del tema; y no porque fuera algo desagradable, sino porque, a pesar de que conseguir las pruebas necesarias siempre habían sido su principal objetivo, se sentía avergonzada y culpable del método. No me acosté con ella por eso, se repetía una y otra vez desde que aterrizaran en la isla para calmar la angustia que le generaba pensar que había sido capaz de un acto tan frívolo para obtener su objetivo. Recordar los besos y las caricias compartidas hacía que su sistema circulatorio dejara de funcionar de manera coherente y que las mariposas, los huracanes y los ciclones, se unieran en un solo ser indefinido que tenían como objetivo acabar con ella como castigo.

—Te acostaste con ella, ¿no es así? —insistió Lorenzo que, al parecer, no tenía nada mejor que hacer esa mañana que atormentarla, tal como su maldita conciencia.

—Te dije que no quiero hablar de eso. La conseguí y eso es lo que importa —contestó con un tono mordaz tras beber un sorbo de su café a americano frío. Su expresión sería y la mandíbula apretada, eran la prueba de que no estaba de humor para los comentarios de su colega—. ¿Cuánto tiempo dijo que necesitaba? —cuestionó desviando el tema. La cerrajera estaba tardando más de lo necesario, pensó , aventurando la mirada hacia la puerta de entrada de la cafetería.

No quería hablar de Vienna, ni del viaje y mucho menos del hecho de haberse entregado a ella de una manera completamente diferente a todas las veces que hasta ese momento vivió. Con Vienna todo había sido más intenso, más íntimo, más complicado que con sus antiguas parejas y amantes. Lo sabia porque por primera vez en su vida sentía que esa noche no solo le entregó su cuerpo, su piel y sus gemidos, a la mujer que, contra todo pronóstico, estaba destinada a ella sino que también había entregado parte de su alma. Esa parte que tanto anhelaba a alguien a quien amar, a quien pertenecer. Incluso cuando ese alguien fuera Vienna Russo, una supuesta criminal que ella tenia que asegurar a la justicia.

—Allí la tienes —anunció Lorenzo justo cuando una chica de aspecto juvenil y mochila al hombro, entraba a la cafetería.

Tras acercarse a la barra y pedir un capuchino para llevar, la chica de corte masculino se acomodó junto a Lorenzo. Un par de palabras que sonaron a coqueteo fue lo que intercambiaron antes de que la muchacha, que lucía demasiado joven como para superar la mayoría de edad, les entregara un sobre.

—Espero que lo que sea que hicisteis para conseguir esa llave, solo haya sido parte de tu estrategia —murmuró Lorenzo apoyando una mano sobre su hombro mientras abandonaba su taburete. Tras sus palabras Andrea apretó un poco más la mandíbula y la mano que ahora custodiaba el sobre con la llave en su interior—. Si todo sale como tiene que ser, no tendrás que seguir en ese lugar por mucho más tiempo, ¿lo sabes verdad? —agregó el rubio alejándose del lugar tras despedirse de la camarera, que al parecer le había caído en simpatía.

"No tendrás que seguir en ese lugar"; las palabras de Lorenzo retumbaron en la cabeza de Andrea como miles de tambores de guerra, anunciando lo que a simple vista era lógico. Si tenía éxito dentro del estudio de Vienna Russo, su misión llegaría al final y con ella, esos sentimientos que crecían por segundos dentro de su pecho. Con desasosiego apretó un poco más el sobre antes de meterlo en el bolsillo de la chaqueta de jean que llevaba esa mañana.

¿Lo dejaria todo por ti?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora