Nueve: Extraño

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El omega Hoseok se encontraba removiendose por toda su habitación pensando en que hacer.

Había pasado la tarde entera en cama esperando que los dichosos supresores de celo hicieran efecto. Más fue todo lo contrario, sentía la cara, el cuerpo, el estómago, todo hirviendo en un calor que no podía parar, y que solo era el comienzo, la conciencia le había dicho.

Mucho antes de que el maliante ese de Min Yoongi llegara había ido a una consulta médica para un chequeo normal, la doctora, quien también era una omega le había comentado que era muy probable que los efectos de las pastillas supresoras momentáneamente dejarían de hacerle efecto, debido al uso excesivo de estas.

Algo que lo aterro completamente y no quiso ni siquiera pensarlo.

El sabía muy bien que ese día llegaría, más no pensó que tan pronto. Y es que había pasado un buen tiempo en el que no había pasado un celo como era normal y mucho menos acompañado de un Alfa, la sola idea de pensarlo le revolvía el estómago. El se había encargado de suprimir cada uno de los síntomas de su calor desde que comenzó a alquilar habitaciones en su hogar.

Aún seguía consiente, su omega no se habia apoderado de él por completo, significaba que su calor como tal aún no iniciaba, pero aún así no le pasaba por la cabeza bajar y atender a sus inquilinos. El simple hecho de pensar que podían descubrirlo o siquiera intentar lo peor le daba un miedo y una rabia profunda, todo por lo que se esforzó no iba a ser arruinado de un momento a otro.

Pensó en Yoongi.

En como se había comportado con el la mañana pasada, como un maldito Omega necesitado de atención, su lobo rasgaba en su pecho solo de recordar lo cerca que estuvo de él, como puso olerlo, queria creer que esos pensamientos eran culpa de su celo.

El riesgo en el que se puso por un capricho de su lobo, en cualquier momento ese alfa pudo haberlo olido lo suficiente y descubrir la verdad. Lo que menos quería era darle alas a un Alfa pesado y sarcástico que lo hacia enojar solo de verlo.

Se sentía un poco aliviado porque su aroma aún no era presente, ni siquiera el podía olerlo, significa que nadie más entonces podía.

Supuso que en algún momento tenía que bajar después de todo, no podía quedarse encerrado y perder las ganancias del día, el almuerzo de el señor Han, y el de Jungkook, aún debía lavar la estúpida ropa de Yoongi, no podía darse el lujo de tomar un descanso.

Espavilo un poco y tomo la cuarta pastilla supresora en lo que llevaba de la mañana, tomo un gran trago a él vaso de agua que tenía en su mesita de noche y se puso la sudadera más grande que encontró en su armario para resguardar su olor en lo que restaba del día, muy probablemente en la noche es cuando su calor iniciaría.

Salió de su habitación cerrando con seguro. Para su mala suerte encontrandose con el rabo verde de Nanhyuk quien también salía de su habitación, quise ignorarlo pero el ya me veía con una sonrisa.

— Buenos días Hoseok. — dijo desde su lugar, gracias a la luna no se acercó. Había algo en el que le disgustaba completamente.

— Buenos días también señor Nanhyuk. — respondió de la misma manera y bajo a la cocina, no podía estar cerca de ese hombre que se la pasaba viéndolo con otras intenciones.

Llego a la cocina encontrandose con Jungkook en el comedor jugando con su teléfono.

— ¡Hyung! Buenos días, estaba por irme, pensé que no ibas a levantarte. — el muchacho lo saludo animadamente al verlo.

Debía lucir terrible.

— Buenos días... perdóname pero no descanse muy bien, te daré el almuerzo para llevar y que no se te haga tarde. — se puso en marcha poniendo la sartén en la estufa y lo que sobro de un día anterior.

Un omega reservado⁰² [yoonseok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora