El amor se expresa de muchas maneras, si preguntas dirán...
Le doy cartas.
Le recuerdo que amo a esa persona.
Salimos todos los días.
Le doy detalles para recordarle mi amor.
Mataría por esa persona...
Miraba de reflejo en el espejo, por fuera se veía como siempre, su cabello rozando su nuca, el Byakugan en su ojo izquierdo. Paso una mano por su fleco cubriendo su ojo color perla. Quería recordar como era antes con sólo el jade en su mirada.
Pero, por más que lo intente, no tenía remedio. No era lo mismo. Podría cubrir cada imperfección en su figura, y no seguiría siendo la misma.
《—¿Que haces?
—Solo... intentaba acomodar mi cabello. Es un desastre.
—¿De verdad? —el rubio se poso detrás suya, viendo lo mismo que ella veía en el reflejo—. Hm... Creo que se ve bien.
—¿Tu crees?
—Si. Me gusta como te ves ahora, no digo que antes estabas mal. Es decir... Te ves bonita igual que siempre, aún si tu aspecto cambia, Sayuri-chan.》
Descubrió su ojo izquierdo, viendo su aspecto en el espejo. Él siempre encontraba la forma de subirle el ánimo, era como un sol que jamás se iba de su lado. Inhala profundo y salió del baño. En uno o dos días llegarían a Konoha, y solo quería dormir todo ese tiempo. No podía aguantar otro segundo a los hermanos robots.
Una siempre le preguntaba de Kawaki y el otro se pegaba a ella buscando pelear.
—¿Que rayos? —su cuerpo se tambaleó cuando el vagón se detuvo abruptamente. Se acercó a una ventana y sacó la cabeza para poder ver al frente.
Suspiro.
Decidió volver con los demás, cruzo la puerta y los tres estaban calmados.
—¿Puedes decirme que sucede? —cuestiono la Uchiha.
—Están secuestrando el tren y robando a los pasajeros.
—Genial —murmuró la azabache—. Necesito algo para entretenerme. Ahora vuelvo.
—¡Yo voy contigo! —Daemon se trepó a su espalda.
—Mejor no. No querrás ver lo que haré.
—¿Eh...? Vamos, vamos.
—Dije que no.
El menor recibió una mirada sombría por parte de la ninja, las venas se marcaban al costado de su ojo y el rubi resaltaba en el otro. El de hebras turquesa infló sus mejillas, libero a la chica y se lanzó sobre su hermana quien lo recibió gustosa.
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Planto sus pies en la tierra, sacudió su cabello mientras avanzaba al frente. No tardó en ver a varios hombres llenar bolsas con cosas que podrían ser valiosas.
—Oigan... —llamó ella.
—¿Y esa que?
—Va en el tren también. Pero mirala... es una chica muy bonita. Quizá pueda venir con nosotros y divertirnos. —hablo uno. Mostraba sus dientes con una sonrisa, pero su mirada demostraba otra cosa.
