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Continuamente hacía zapping, desinteresado en lo que la televisión le otorgaba; la desigualdad de idioma era la causa principal. A pesar de tener los ojos centrados, su mente divagaba sin siquiera atreverse a confesar que sus pensamientos pertenecían a alguien más, ignorando por completo las tres en punto de la madrugada señalada en el reloj. El bullicio de la gente transitando por la costa de la playa aún se podía percibir, guiándole a lo acontecido horas atrás.

Solo un diálogo sugerente y palabras osadas bastaron para ocasionar se arriesgara a huir. Jamás reconocería que Jeon Jeongguk logró que su lado inquieto se manifestara, iba contra sus principios de soberbia. No era tímido, en lo absoluto. Por lo tanto, siempre acostumbró a llevar el incentivo. En las relaciones era él quien se arriesgaba a dar el primer paso, por ello, dos simples palabras como: «Sí, me gustas», le habían descolocado. El chico fue atrevido, más no le desagradó. Sabía que aquellos vocablos no tenían dobles intenciones, era ridículo, nunca en la vida se habían visto y solo significaba le había atraído para plasmarle únicamente en su block artístico.

A pesar de las exorbitantes cavilaciones, no podía simplemente dejar de abordar el asunto. Jeongguk había tocado una fibra que por bastante mantuvo dormida en su interior y le asustaba. Todo lo nuevo significaba miedo, si bien era determinado, odiaba cuando la monotonía en su vida cambiaba. El doble moralismo le envolvía, pero así era, un hombre adulto repleto de confusiones internas.

El clic en la cerradura de la puerta le instó a reincorporarse sobre la cama. La voz alegre de su novio le advertía estaba de regreso junto al anfitrión de Italia. Prontamente todo el desorden que albergaba en su mente disipó, atrayendo consigo la conversación que tuvo con Hoseok. Cruzando el marco de la habitación era consciente de encontrarse con varios escenarios alarmantes: uno de ellos hallar a Taehyung totalmente ebrio, inclusive drogado.

—¡Oh, amor!—vociferó Taehyung, observando la silueta de Jimin acercarse a la sala.

Caminó hacia él, levantándole para enroscar las piernas sobre sus caderas. Le fascinaba la sensación de tenerle consigo, Jimin era bastante cálido.

—Pensé que dormías —besó sus labios, descendiendo por el mentón hasta llegar a su zona erógena favorita; el cuello. El aroma melifluo que desprendía despertaban en él las ansias de poseerle, pero la presencia de Hoseok en uno de los sillones le exigía mantener la compostura.

—Esperaba por ti —unió sus frentes.

Jimin sabía que eran atentamente observados, aún así, dejó recibir los mimos característicos de su novio, no se detendría por nadie. Aunque en su actuar habían dobles intenciones, aprovechaba la cercanía para estudiarle y olerle. Grata fue la sorpresa de no encontrar nada que levantara sospechas. Taehyung olía a perfume.

Sorprendido, giró el rostro hacia Hoseok quien le brindaba una amplia sonrisa mientras asentía a las incógnitas divagando por la estancia. Volvió la atención a Taehyung, besándole incapaz de disimular la grandiosa alegría que le invadía. Hoseok había cumplido con su palabra y le estaría eternamente agradecido.

—¿Y eso?—interrogó Taehyung, levemente atónito por el eufórico besar imprevisto—.¿Tanto me extrañaste, Minni?

Jimin solo asintió, bajándose del regazo.

—Bien... Creo que es momento de irme —Hoseok se levantó aún con la sonrisa impregnada en su rostro, el nerviosismo ejecutando una extraña combinación.

Los afectos que la pareja se entregaba era incómodo, sobre todo cuando Taehyung fue su ex. Verlo en los brazos de otro aún resultaba insólito.

—Fue muy divertido, Hopi. Gracias por todo —Taehyung se acercó y lo abrazó para luego desaparecer a través del pasillo.

Con total amabilidad, Jimin le acompañó a la puerta. Los prejuicios hacia la imagen de Hoseok disiparon, creía no era una amenaza, no cuando le demostró todo lo contrario aquella velada. Tal vez Jung Hoseok podría unirse a su núcleo social, alguien en quien confiar.

—No sabes lo agradecido que estoy, Hoseok —dijo observándole desde el otro extremo de la puerta—. Muchas gracias.

—Descuida —introdujo las manos en los bolsillos de su chaqueta. El ambiente entre ambos lentamente comenzaba a perder densidad—, también quiero lo mejor para Tae.

—¿Mañana tienes tiempo de venir a comer con nosotros? Prepararé un enorme banquete de comida coreana especialmente para ti.

Hoseok jadeó impresionado, Park Jimin le estaba invitando y cocinaría fundamentalmente para él. Jamás creyó queJimin era una mala persona, al contrario. Pero las circunstancias del pasado le llevaron a tener conflictos. Era gratificante recibir aquel maravilloso gesto de su parte.

Dispuesto a no perder más tiempo, sonrió y asintió con un animado: «Está bien, vendré. Gracias, Jimin, significa demasiado». Hace mucho tiempo no probaba los deliciosos platillos caseros de su país natal, estaba ansioso y feliz.

Jimin cerró la puerta encaminándose a la habitación, irradiando felicidad plena. Taehyung permanecía recargado sobre la baranda del balcón, apreciando la furtiva vista de la ciudad. Diferentes tonalidades de luces encandilaban su pupilas, pero valía la pena admirar lo que constantemente mostraban en las revistas de viajes.

A pasos sigilosos Jimin le abrazó por la espalda. Por primera vez en años no discutían a la llegada de Taehyung de una fiesta. Era fantástico, todo se sentía ameno.

Notando cuán fuerte Jimin le apretaba, decidió girar, encontrándole con lágrimas acaparando el carmesí de sus mejillas.

Jimin intentaba esconder su rostro avergonzado.

—Minni, ¿qué sucede?—el tono grave de su voz reflejaba preocupación—. ¿Por qué lloras? Ey, amor, mírame —alzó su rostro con delicadeza.

Su novio era una preciosura, incluso cuando lloraba.

—Nada, es... es solo que me siento feliz de verte de esta manera —sorbió su nariz y limpió la humedad de sus facciones con el antebrazo—. Se siente bien no tener que pelear.

Las palabras oprimieron raudamente el corazón de Taehyung, la sensación manifestándose culposa. Si tan solo Jimin supiera cuán difícil fue abstenerse de probar una sola gota de alcohol.

Hoseok le había contado la pequeña charla que tuvo con Jimin. Él quería dar lo major, hacer feliz a su pareja, pero todo resultaba tan complicado. Su vida constantemente sometida a una montaña rusa; llegaba a lo alto de la cima para luego caer de golpe al vacío. Como ser humano y novio definitivamente se aborrecía, sensato en que jamás lograría cumplir con las expectativas impuestas por Jimin. Perpetuamente creyente en que el rubio merecía algo mejor, un porvenir esplendido, adecuado a su estilo de vida, no la clase de bazofia que él era, un misero alcohólico y drogadicto sin más que un futuro agonizante por todas las inmundicias que se metía en el cuerpo.

ARRIVEDERCI ✿  KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora