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Jimin quedó fascinado cuando el pedido llegó a su mesa. Sobre el tablero yacía una enorme masa tierna y delgada con prominentes bordes. En el centro el queso derretido sobresalía en una deleitable adhesión con abundantes variantes de tomate, mozzarella, albahaca, jamón cocido y aceitunas. Jeongguk sonrió, invitándole a comer el primer trozo impaciente por oír su opinión en cuanto a la elección de una pizza napolitana.

¡Mhm!—Jimin exclamó con los mofletes inflados por el gran mordiscó que propinó. Los ingredientes explotaban en su boca atrayentes por más—. Esto está delicioso. Anda, come, come.

Jeongguk cogió un pedazo, probándolo. Aún cuando en toda su estadía se dedicó a elegir diferentes tipos de pizza, la napolitana era su preferida. La salsa construida por tomate, ajo, orégano y aceite de oliva le daba el sabor perfecto y empalagoso; tibia y líquida.

—Pizza napoletana verace artigianale —Jeongguk dijo en un dominado acento italiano.

Jimin le miró masticando el tercer bocado, embobado por lo sensual que lucía su profunda y ronca voz.

—¿Qué has dicho?

—Pizza napolitana auténtica artesanal.

—Oh por dios, quiero aprender el idioma. Enséñame.

—Cuando quieras —le guiñó un ojo, limpiándose las manos—. No es tan complicado como luce. El acento me parece realmente atractivo, se vería bien en ti.

—¿Cuánto tiempo llevas viviendo aquí?

—Lo suficiente para conseguir mi ciudadanía.

La simpleza de sus palabras avivaron a Jimin a escrutarle con la mirada, izando una ceja poblada y perfectamente delineada.

—¿Serás así de misterioso todo el tiempo?—a pesar de ser una acusación, no fue lo suficiente estricta para colmar el ambiente ameno.

—¿No es eso lo que te atrae de mí?—le tentó, inquisitivo—. Ese ¡gran! enigma que está aferrado a mí.

Jimin se limitó a sonreír, después de todo tenía razón. La intriga a la cual le sometía era su mayor encanto. Jeongguk decía mucho y a la vez nada, como si quisiese que se empeñara a ir más a fondo.

—Si suelto todo de una, no tendremos tema de conversación, Jiminie. No sería interesante —se echó hacia atrás, recargándose en el respaldo de la silla, provocador—. Y no quedará de otra que pasar a la siguiente fase.

—¿Siguiente fase?

—Besarnos.

—¡Tú, bastardo!—bramó abochornado.

¿Acaso no sabía medir sus palabras? Era consciente del efecto que causaba en él y se aprovechaba con toda la osadía que le era permitida. Que él le permitía.

Jeongguk se carcajeó cogiendo otro pedazo de pizza.

—Cuéntame de ti —mordió y tragó—. ¿Cuánto tiempo te quedarás en Venecia?

Incapaz de asumir una derrota, Jimin decidió que era tiempo de la revancha. Imitando la misma postura de su adverso, se cruzó de piernas, pretencioso.

—Lo suficiente para que recuerdes mi nombre por un par de meses.

—Vale, lo he captado —asintió, jovial—. Así que eres un mal perdedor, ¿eh?

Jimin se hallaba en la misma sintonía y no pudo sentir más que dicha. Era recatado y su vez valeroso, una increíble combinación para alguien increíble.

Bastante tiempo había pasado desde la última vez que gozó en compañía. Constantemente la gente intentaba impresionarle, aparentando a tal punto en que se daba cuenta de las dobles intenciones. Jimin no era así, Jimin fue diferente desde el primer momento. Eso le enloquecía como a un enamorado empedernido.

ARRIVEDERCI ✿  KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora