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Desparramado sobre la mullida cama, dormitaba. El no poder conciliar el sueño la noche anterior, las secuelas y el estrago mental le mantenían somnoliento, incapaz de sostener los ojos abiertos. Aún bajo el dominio de la inconsciencia, podía percibir la frescura del exterior infiltrándose por las ventanas separadas y las persianas recogidas, ventilando alrededor y su cuerpo envuelto en una bata blanca de baño. Situado boca abajo, con sus dedos palpaba la suavidad del edredón que se rehúso le cubriera. Luego de una extensa ducha con agua tibia, lo único que necesitaba era estirarse y descansar por un momento.

El celular a un costado del colchón yacía repleto de llamadas sin corresponder. El constante tintineo le llevó a saber de manera instantánea se traba del mismo sujeto, desestimando el hábito por contestar. Sabía estaba ebrio, a esas horas de la madrugada nadie se atrevería a insistir tanto. Los incesantes mensajes exigiendo respuesta tampoco fueron la excepción. Podía incluso imaginarle enfurecido mientras presionaba bruscamente el teclado de la pantalla táctil, maldiciéndole hasta el desaliento.

En su mente solo podía divagar el nombre de Jung Hoseok. Tantas conjeturas se arremolinaban al mismo tiempo dentro de su cabeza, prohibiéndole pensar con lucidez. En ningún momento Taehyung había nombrado a Jeongguk, pero, ¿quién más adherido a su núcleo cercano pudo verle acompañado de él? ¿Yoongi, tal vez? Sin embargo, no podía considerarle como una persona descarada y desleal. Era más cercano a Jeongguk que a Hoseok para atreverse a esparcir tal rumor. No obstante, nada quitaba el hecho que pudo haber sido Taehyung quien por cuenta propia le haya seguido y expiado.

Cuando llamaron a la puerta, Jimin se reincorporó veloz, sacudiendo la cabeza para espabilarse y actuar con audacia. Todo y a la vez nada podía estar detrás de aquella enorme y consistente puerta esperándole. Incluso si no estaba dispuesto acercarse y atender, por instinto su mano había cogido una reliquia de cemento programada para la decoración, dispuesto a defenderse ante cualquier señal de violencia.

—¿Park Jimin? —una voz femenina y vejestorea preguntó del otro lado—. Servizio in camera. Ho preso i tuoi vestiti alla lavandería. (Servicio a la habitación. He recogido tu ropa de la lavandería)

—Oh por dios —se libró de todas las tensiones con un denso y prolongado resuello. Se dijo a sí mismo debía parar y dejar de conducirse por la monomanía que no hacía más que martirizarle.

La fatiga y sofocación de lo que ocurría originó arrinconara todas las recapitulaciones hechas esa mañana, olvidando había mandado a lavar su ropa. Dejó la escultura en su lugar, y tomó el diccionario que en recepción le habían brindado para facilitar comunicarse que descansaba encima del mueble que sostenía el televisor. Caminó hacia la puerta quitando todos los pestillos disponibles y abrió con una enorme sonrisa en el rostro.

—Buonasera, come sta? (Buenas tardes, ¿cómo está?) —miró la página que había seleccionado para aquel momento, saludando lentamente, procurando tener una buena pronunciación.

La anciana encantada, sonrió de vuelta.

—Abbastanza bene, Lei? (Bastante bien, ¿Usted?)

Jimin alzó un dedo pidiendo le esperara un momento. Buscó entre la hoja lo que necesitaba para responder.

—Mo... Molto bene, grazie (Muy bien, gracias)

—Oh! Parli molto bene I'italiano (Hablas italiano muy bien)—alzó sus dos pulgares, animada.

Entre sus pies yacía un canasto grande. Contó las prendas en sincronización y sacó las pertenecientes a Jimin, tendiéndoselas.

—Grazie mille! (¡Muchas gracias!) —con la indumentaria limpia entre sus manos, se inclinó agradecido.

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⏰ Última actualización: May 23 ⏰

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