Se detuvo frente a una residencia de dos pisos. Años de experiencia reforzaron su confianza para suponer era de estilo rústico. Recorrió cada delineado descuidado de las rocas que construían los muros sonriendo, dando silenciosamente las felicitaciones a quien gozaba de tan magnifica creación. Jeongguk sacó las llaves de su bolsillo y abrió la puerta, invitándole a adentrarse para continuar con una minuciosa inspección. El techo era prominente, simétricamente inclinado hacia el extremo de las paredes beige, decoradas con una variable de cuadros artísticos. La inmensidad del entorno era ideal para el uso minimalista inculcado, regocijándose con el placer de una decoración que amaba ejercer en su ámbito laboral. Cada objeto hecho de madera pura propinando una tonalidad ambigua, contrastando con las diferentes variables de marrón por doquier, le hacían querer girar sobre su sitio con los brazos alzados al cielo, placentero e inquieto con tanta hermosura.
—¿Te gusta?—Jeongguk se posicionó a su lado con las manos en los bolsillos, meciéndose sobre los talones.
—Me fascina —confesó, otorgándole una amplia sonrisa, maravillado—. ¿Has decorado tú?
—¿Qué —enarcó una ceja—, pensaste que eras un decorador asombroso único en tu especie? También tengo lo mío.
Jimin le observó pasmado, las cejas alzadas en su totalidad. No podía creer cómo Jeongguk fue capaz de guardar tal secreto, se hubiese sentido aún más extasiado si del primer momento le hubiera confesado que también tenía talento para la decoración. Pero la duda cayó sobre sus hombros irónica cuando Jeongguk comenzó a carcajearse.
—¿Qué es tan gracioso?
—Tu reacción, Jimin —se sujetó el abdomen—. Joder, eres tan adorable —pellizcó la punta de su pequeña y respingada nariz.
—Sigo sin entender —entrecerró los ojos, cruzándose de brazos.
—He mentido solo para molestarte —sonrió, limpiando las lágrimas acumuladas en los costados de sus ojos—. La casa estaba decorada de esta manera cuando la compré.
—Eres un idiota, Jeon —lo empujó y le dio la espalda—. Realmente me sentí emocionado —protestó, su labio inferior sobresaliente en un puchero.
—Oh, vamos, amor mío —se acercó, abrazándole por detrás, recargando el mentón sobre su hombro derecho—, solo fue una pequeña broma.
El aleteo de las mariposas hizo añicos su estómago cuando le llamó «Amor mío». Más no le demostraría el encanto de tan precioso apodo arrojado por sus labios, se suponía estaba enojado.
—Suéltame —intentó zafarse, empujándole con el hombro mientras sus brazos permanecían cruzados. Pero sonreía, lo hacía porque Jeongguk no podía verle—. He dicho que me sueltes, mentiroso.
—No te enfades, bebé —susurró, los dedos de su mano acariciando bajo la camiseta, directamente la suave piel de las caderas de Jimin—. ¿Qué tengo que hacer para que me perdones? Vamos, pídeme lo que quieras.
Jimin jadeó, sorprendido y excitado cuando comenzó a acentuar pequeños besos sobre la longitud de su cuello. Sin lugar a dudas era una de sus zonas erógenas, y luchó contra la inmensa necesidad de rogar
por más mientras echaba la cabeza hacia atrás. El aire quedó atascado en su traquea cuando la mano hizo un sendero por su abdomen plano, acariciando a antojo propio. Jeongguk lo mataría de un grandioso placer.
—Muéstrame tu habitación —dijo en un impulso, desesperado al sentir que el deleite del tacto se convertía en una corriente eléctrica que se dirigía directo a la punta de su pene.
—¡Guau!—exclamó, emoción tildando el tono de su voz—. ¿También quieres conocer mi cama?—le mordió el lóbulo de la oreja.
—¡Por qué eres así!—se quejó, alejándose antes de que todo pasara a mayores aún cuando no tenía manera de escabullirse. Él lo quería tanto como Jeongguk.
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ARRIVEDERCI ✿ KOOKMIN
Fanfic© HISTORIA ORIGINAL. PROHIBIDA SU COPIA Y ADAPTACIÓN. | Arrivederci | Años a su lado le obligaron a habituarse al desenfreno constante de sus sentimientos, soportar la desdicha de llevar consigo un vínculo tortuoso y marchito, acorralado por la fa...