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—¡Otra vez lo mismo!—Jimin vociferó completamente privado de calma y sosiego.

En el reloj se reflejaban las cinco y media de la madrugada. Los gritos provenientes del departamento eran cada vez más notables y alarmantes.

—¡Estoy harto de tu comportamiento!—continuó abatido, afianzando el agarre en las correas de la suave y fina bata que encubría su pequeño cuerpo oscilante.

Gozar de la calidez que las acogedoras sabanas le brindaban jamás podía concretarse, continuamente su sueño se veía atormentado por la llegada desmesurada de Taehyung luego de una salvaje noche de fiesta.

—No empieces, Jimin —entornó los ojos despojándose de su chaqueta negra, colgándola en el perchero de madera situado al lado de la puerta principal. El olor a tabaco y alcohol que emanaba de aquellas prendas no pasaba desapercibido, elevando el nivel de furia en el aludido—. Me duele todo el jodido cuerpo y no tengo ganas de empezar una discusión.

Taehyung llevaba dos semanas con las mismas intenciones descontroladas. Jimin creyó había quedado en el pasado, que su amado había dejado de consumir los usuales vicios maliciosos; el principal factor del quiebre en la relación.

—¡Y a mí la cabeza por no dormir de manera adecuada! —siguió sus pasos. No importaba lo cansado que se sentía, no se detendría hasta obtener una lógica explicación.

Taehyung se introdujo en la cocina, su cuerpo absorbido por la nevera en busca de qué comer. Ignorar el enfado de Jimin era también una costumbre.

—¿No te aburres de llevar este tipo de vida?—Jimin quiso gritar, pero el nudo acentuándose en el centro de su garganta se lo impedía.

No reconocía a su novio, hace más de tres años había dejado de hacerlo en su totalidad. La vida sublevada y las amistades incorrectas se habían encargado de llevarse al dulce e inocente Tae. Añoraba volver a contemplar la sonrisa cuadrada que le caracterizó; tenía el don de despojar cualquier malestar. Oír infinitas anécdotas sin sentido debido a la grata ingenuidad que poseía. Admirar el descomunal amor que sentía hacia los niños y animales. De eso, nada quedaba, quedándose con el dolor de una inmensa perdida devastadora.

—¿Comenzaras a llorar?—detuvo el andar del vaso con agua fría hacia su boca, dejándolo sobre la mesa ocasionando un gran estruendo. Jimin se sobresaltó—. ¡Maldición, que fastidio!

—Estábamos bien —sollozó—. Todo parecía ir a la perfección.

—¡No, tú estabas bien!—señaló con el dedo índice—. Esto no es lo mío, Jimin —negó, abriendo los brazos—. La vida perfecta no es para mí y lo sabes.

—¡No se trata de llevar una vida perfecta, se trata de llevar una vida saludable!

Antes del altercado, Jimin logró persuadirle a que se internara en un centro de rehabilitación. Taehyung no estaba completamente de acuerdo, pero una noche de borrachera y constantes discuciones, se descontroló atreviéndose a golpearle. Aquel fue un severo llamado de atención, si no aceptaba la ayuda, perdería a Jimin.

La estancia dentro de la clínica perduró seis meses, Taehyung fue dado de alta y Jimin creyó que su dulce amigo y amante estaba de regreso. El vínculo parecía enriquecerse. No salía de casa y ninguna gota de alcohol o tipo de droga corría por sus venas. Se enfocó por completo en el trabajo y en arreglar

la enemistad con Jimin. Pero todo fracasó en cuatro meses, la recuperación se vió estropeada cuando las malas andanzas retornaron en su busqueda.

—No me interesa. Si me amaras, sabrías comprenderme. Esto es lo que me gusta, vivir la vida sin ningún tipo de atadura.

ARRIVEDERCI ✿  KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora