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El silbido de la cafetera metálica se impregnó entre las paredes, el vapor empapando el interior de la pequeña cocina. Sentado en el extremo derecho de la cama, se hallaba Jimin, contemplando el horizonte sin hacerlo realmente, observando un punto fijo vacío y desenfocado. Las intenciones de levantarse y apagar en fogón eran nulas, pero el constante pitido fastidiando dentro de su cabeza le obligó arrastrar los pies descalzos sobre la alfombra felpuda y acercarse. Encima del mesón permanecía una taza de loza blanca, esperando llevar consigo el calor del agua hirviendo en la profundidad donde el azúcar y el café se mezclaban.

No comprendía la insistencia de su sistema nervioso por adquirir cafeína. No la necesitaba. Incluso sin ingerir absolutamente nada, era convincente no podría dormir aun por mucho que lo deseara. La inquietud incapaz de sucumbir ante la agonía cansina se presentó desgarradora y manipuladora, infringiendo miedo y recelo de ser encontrado sin defensa.

La tenaz hipótesis de tener a Taehyung llamando a su puerta en cualquier momento era sólida y aniquiladora, volviéndole demente y paranoico. La noche anterior le otorgó un reposo inasequible, rodando y sobresaltándose sobre el colchón víctima de las pesadillas más bárbaras. Aquella madrugada no sería la excepción. Lo sabía. No estaba dispuesto a ser parte por segunda vez de las alucinaciones donde su ex le asesinaba por una alevosía inaceptable.

Cogió la vasija entre sus dedos dejando que la quemazón matizara las palmas de sus manos y retornó fuera. Dando insignificantes sorbos, observó entre penumbras las sombras en el espejo de pared. Cuán desolado de hallaba, el aislamiento carcomiéndole el cerebro con remembranzas quejumbrosas, reiterando que todo lo que una vez quiso hacer, el que alguna vez fue su novio siempre lo dejó para último momento.

Era evidente que después de todo aquel embrollo sus pasos que tiempo atrás les unieron, actualmente los alejaban por igual. Nunca estuvo en sus planes causar sufrimiento, su pretensión jamás fue concebir lo que había hecho con la intención de devolver una tortura. Lamentablemente comprendió que el amor siempre se movería de manera extraña, el desamparado, la vulnerabilidad y la falsedad eternamente serían los factores esenciales. Taehyung en algún momento de su vida fue la inspiración y la ansias por vivir, lamentable era reconocer que hoy, en el presente, ambos se habían perdido. Para siempre.

Aquel viaje lo consideraba como una apuesta. Se atrevieron a desafiar al destino apostando absolutamente todo. Las ilusiones, las añoranzas y el amor. Como consecuencia de una avaricia deplorable, lo habían perdido todo.

Dentro de sus heridas frescas aún yacían las fantasías que una vez crearon. Sin embargo estaba dispuesto a dejar de embriagarse en ellas, dispuesto a dejar todos los recuerdos atrás. Con ellos encima no avanzaría, por ende, en aquel instante sus ojos brillaban, resplandecían con el afán de una nueva vida, un nuevo comienzo, fosforecían por lágrimas circundadas con satisfacción y dignidad, apremiándole por volver amarse y respetarse a sí mismo.

Necesitaba de Taehyung, deseaba escucharle decir que era tarde, que nada más se podía hacer al respecto y que buscara el amor que tanto ansió en otro lugar.

Bebió un poco más de la taza notando el café se había enfriado. Pero no importaba, de todos modos no quería. Giró sobre sus talones y tomó el celular del velador. Hurgó entre los contactos y marcó a quien había extrañado más que a nadie.

Esperó paciente mientras contaba los pitidos. Era un horario adecuado, allí era de día, pero imaginó no atendería con lo soberbio que a veces solía ser. Era una forma de vengarse y lo sabía, tampoco le recriminaría, tal vez se lo merecía y mucho. El gesto de incertidumbre y pesar fueron remplazados por uno completamente contraído. La voz de la otra línea no dejaba de gritar con la intención de reventarle los tímpanos.

ARRIVEDERCI ✿  KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora