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Ante la ausencia del majestuoso astro solar, el alba les guió por las calles asfaltadas. El frío era inminente, obligando a sus cuerpos oscilantes a refugiarse bajo el calor de sus abrigos y manos entrelazadas.

El mercado de Rialto era su principal objetivo. Imprescindible fue la vista a primera hora de la mañana, presenciando la frenética actividad de un veneciano en su día a día. El placer les invadió al instante, cada puesto rebosante a plena disposición de su regocijo. Diferentes tipo de tonalidades les invitaban a adentrarse y conocer un poco más de lo atrayente. Según la guía turística que sostenían era el lugar indicado cuando de encontrar productos rozagantes se trataba. El sitio se dividía en dos zonas; frutas y hostalizas por un lado y pescados frescos y moluscos por el otro. Sin duda alguna un mercado donde toldos coloridos te atrapaban.

—Ash...—Taehyung suspiró—. Hay tantos puestos que no sé por dónde comenzar.

—¿Qué tal si nos separamos? —Jimin propuso, contemplando el leve ajetreo de las personas—. Ve por el pescado. Me encargaré de las verduras.

Se adentró sin perder de vista a su novio, codicioso en encontrar lo mejor para sorprender a Hoseok. Era imposible no sentirse complacido cuando cada comerciante le brindaba una grata bienvenida, convocándole a probar un bocado de dicha mercadería fresca, sobre todo sensatos a que se trataba de un extranjero por sus inusuales rasgos asiáticos. «Magiare una mela, bello», había ofrecido una de ellas, entregándole una gran y jugosa manzana roja. Inclinándose encantado, le fue inevitable ocultar el pesar que le circundó, anhelante en poder dominar el idioma y agradecer como merecía.

Sin darse cuenta se halló repleto de bolsas, su brazo flaqueando a momentos por el peso continuo. Alzó el rostro encontrándose con un gran flujo de individuos en la mismas circunstancias, moviéndose de un lugar a otro en busca de lo preferible monetariamente.

—Esa manzana luce deliciosa —comentaron tras su espalda.

—¡Oh por dios! ¡¿Qué te ha pasado?!—se vio tentando a arrojar todas la compras al suelo y correr al socorro de su novio ensangrentado.

Encogiéndose de hombros, Taehyung sonrió en un intento por disipar la histeria en Jimin.

—Una langosta me ha atacado —envuelto en un blanco pañuelo se hallaba un pescado, posicionándolo sobre su labio inferior herido—. La cogí mencionando que era bastante espantosa, indignada, me ha propinado una bofetada marina. El vendedor avergonzado me dio este pescado. De alguna manera intentará bajar la hinchazón.

Prontamente Jimin quiso carcajearse, lucía cómico. Por un momento creyó ver en él un atisbo del antiguo Tae; aquel que siempre tenía extrañas platicas con seres vivos u objetos.

—A mí me han regalado una manzana —la elevó orgulloso—. La mujer ha dicho: Mangiare una mela, bello —intentó interpretar el acento, fracasando enseguida.

—¿Y eso qué significa?—sostuvo la muñeca de Jimin propinándole el primer mordisco sin importar su herida ardiera.

—Según el diccionario: Come una manzana, guapo.

Mhm...—le sostuvo de la cintura, acercándole coqueto—. ¿Así que ha encontrado a mi novio guapo?

—susurró, causando que un tenue carmesí se adueñara de las mejillas de Jimin.

Retomaron el andar, decidiendo tomarse un ligero momento en el centro de la plazoleta, disfrutando de refrigerantes jugos naturales. El sol agobiador y dominante permanecía en lo alto del cielo, privilegiando el despoje de sus molestos abrigos.

Jimin indagó con un aflojado mirar, centrándose en dos niños atentos a las indicaciones de su padre, enseñandoles a conducir una bicicleta sin ruedas traseras. Sonrió conmovido, deseando lucir tal cual con los preciosos niños que adoptaría en un futuro.

ARRIVEDERCI ✿  KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora