CAPITULO 24 PIROIS

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Durante todo el viaje las lágrimas rodaban sobre mis mejillas, tenía tantos sentimientos encontrados, sentía felicidad por volver a ver a mi familia y más por verlos tan tranquilos y en paz, pero por otro lado me dolía hasta el alma lo que Ágape me había hecho, dolía tanto, porque sabía que me había enamorado de ella de verdad era auténtico, pero el saber que solo era una obligación amarme para ella, incluso pensaba que había usado sus dones de hija de Afrodita para engatusarme, y eso me generaba mucha ira.

Mientra recorría el mundo a gran velocidad recordé que no había visto el nuevo mensaje del Gameboy y tampoco sabía en qué dirección iba, rápidamente jale las riendas de mis yeguas para detenerlas, creo haber recorrido una poca de distancia, durante unos 50 minutos aproximadamente, cuando me detuve y miré a mi alrededor, el paisaje era muy impresionante, estaba a un lado de una gran cerró muy alto con muchos despeñaderos como si de escalones se tratara y aun lado una carretera que zigzagueaba con curvas muy pronunciadas, se parecía tanto a algunas carreteras de europa que veía en películas de persecuciones de autos, el lugar estaba entre desértico pero tambien tenia algo de vegetación muy verde, estaba totalmente desorientado, lo único que creía estar seguro es que seguía en europa, tal vez, ordene a mis yeguas avanzar, en velocidad normal, por las carretera que serpenteaba y después de unos minutos vi un choza de madera muy humilde que tenía el letrero que decía Miscelánea el sur, lo extraño es que estaba en español, pensé entonces que estaba en algún lugar de España, me acerque a la tienda a preguntar, lo que vi me hizo dudar mas de estar en Europa, un señor anciano con gran bigote cano y un sombrero de vaquero, con una tes de piel morena pero no mucho, empecé a preguntarme cuanto había recorrido, cuando estuve frente del señor le pregunte.

--Disculpe ¿Dónde estamos?--

--Buenas tardes Güero pos está en las Batopilas--

--Las que????--

-- Batopilas de Manuel Gómez Morín, Chihuahua--

Me quedé en silencio, no creía lo que escuchaba, si mis clases de geografía no me fallan Chihuahua está en México.

-- ¿Entonces estoy en México?--

--Pos donde más?-- me dijo mientras se le escapaba una risa medio burlona -- hay estos gringos; bonito carro--

--Muchas gracias, pero que carro traigo?-- le pregunté ya que nunca me había pasado por la cabeza saber cómo la niebla ocultaba a las yeguas, como lo verían.

--Jajaja no le digo que pa menso no se estudia, cómo no va a saber que carro trae, pos uno de esos carros lujosos de los que corren muy rápido, creo que se llama camarón o algo asi--

Reprimí una risa.

--Un Camaro señor--

--Andile uno de esos--

Me gusto saber que tenia uno de los carros de mis sueños de joven, recordé que aún no veía lo que me diría el Gameboy, rápidamente lo saqué para ver que decía:

Ultima misión: Buscar buscar a Zeus

Pero note que del lado superior derecho de la pantalla del Gameboy parpadeaba un símbolo de un tache, y abajo decía "Sin señal divina" me angustie porque entonces había cruzado todo el océano atlántico y llegado a México, y estaba tan al sur que posiblemente la influencia de los dioses griegos no llegaba hasta ahí, ahora que el olimpo estaba en Estados Unidos el nuevo sur era México, de pronto el Gameboy soltó un ruido y se leía otra cosa:

"Usted se encuentra en lo que se conoce como Libúē, muy al sur, favor de dirigirse a una ubicación más cerca del olimpo"

Malditasea, por distraído tenía que viajar una gran distancia al norte, en ese momento comencé a pensar mucho, comencé a cuestionarme el propósito de todo esto, las pruebas las misiones de qué servían, ya no tenía nada porqué vivir o hacer algo, lo único que me traía paz era saber que mi familia esta segura y feliz en los campos elíseos.

En mi mente, el recuerdo del engaño de Ágape resonaba como un eco implacable, recordando la traición que había sufrido. Me sentía perdido, sin rumbo ni propósito, y el peso de la desilusión amenazaba con ahogarme. Mire al carro con las yeguas y me acerque a ellas.

--Que buenas chicas han sido gracias por todo, gracias por su esfuerzo, pero creo que ha llegado el momento de que sean libres y sigan su propio camino, regresen con Prometeo--

Las acaricie y les quite las riendas, como no queriendo se fueron, vi como se perdían en el horizonte, caminé hacia las faldas del cerro y me quedé sentado en el pasto, recargado en la pared de roca del cerro, mirando a la nada, fue entonces cuando vi a lo lejos una figura lo que par mí era un caballo, me quedé quieto observando mientras corría hacia mi, entre mas se acercaba más distinguía su forma; un corcel majestuoso, muy alto y robusto cuyos cabellos ardían con el fuego del sol, se acercó a mí con una presencia tranquilizadora, como si pudiera leer mis pensamientos y comprendiera mi dolor.

Aunque sus labios no se movían, escuché su voz resonando en mi mente.

-Hola joven semidiós soy Pirois-

Lo escuche muy claro.

--Hola soy Lion--

-Se bien quien eres Lion, cuando más perdidos nos sentimos es cuando en verdad vemos quienes somos y cuál es nuestro camino en la vida, solo tienes que levantarte-

Sentí un destello de esperanza renovada, como si una luz se encendiera en lo más profundo de mi ser.

-Sube y agárrate fuerte-

Sin decir una palabra, monté a Pirois y juntos nos dirigimos hacia el Olimpo, hacia mi última misión. Aunque el camino aún estaba lleno de incertidumbre, sentía una nueva determinación en mi interior. No importaba cuán oscuro fuera el camino, sabía que tenía que seguir adelante, y de nuevo había recordado lo mucho que necesitaba saber quién me había puesto en este camino, quien había manipulado mi mente, recordé la promesa que a mí mismo me había hecho, descubrir al que hizo que matará a mi familia y matarlo también. Pirois y yo salimos disparados, el corcel era igual de rápido que las yeguas podía ver todo en cámara lenta a mi alrededor, me sentía increíblemente poderoso.

Mientras cabalgaba hacia mi destino, me aferré a la esperanza de que algún día encontraría la paz y el perdón que tanto anhelaba, algún día tendría la misma felicidad que vi en mi familia, pensé, necesitaría morir para obtenerla.

LA PROFECÍA OLVIDADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora