ℂ𝕦𝕝𝕡𝕒

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—¿Entonces que hacemos, jefe?

Husk levantó su mano a su rostro y frotó sus ojos con frustración. Habían asesinado a uno de sus empleados en pleno bar, y por más que buscaron en las cámaras, alguna ventana o puerta forzada, armas o alguien que vió algo sospechoso no encontraron nada.

—Husk, mejor ve a descansar, estás herido, yo me encargo—habló el demonio de la radio.

El felino realmente no quería hacerlo, era su casino, por lo tanto su problema, pero  la herida de bala lo tenía algo agotado, además de que tenía una araña esperándolo en su cama.

Soltó un suspiro y se paró de la silla, dispuesto a irse.

—Gracias, Al, te prometo que te pagaré lo correspondiente.

El mencionado colocó una mano en su hombro— tranquilo, Husker... Pero si acepto la paga.

Husk soltó una risa— la tendrás, amigo.

Y sin decir nada más salió de la oficina, estaba agotado, tardó un poco más de lo que esperaba. Le preocupaba Ángel, lo había dejado encerrado, de seguro tenía hambre, por lo que Husk pensó en ir a desayunar algo con el.

Entró al elevador mientras presionaba el botón que indicaba el último piso. Cuando las puertas se cerraron pudo relajarse un poco, el hecho de que alguien hubiera sido asesinado no lo mantenía tranquilo.

Salió apenas se abrieron las puertas, avanzó a pasó lento a su habitación, pero en el fondo se encontraba emocionado, ya quería verlo.

Sacó la llave y abrió la puerta, sus ojos viajaron un poco por la habitación hasta que lo vió. Inmediatamente sonrió, estaba acostado en la cama, dándole la espalda, probablemente estaba dormido. Se acercó a el a paso lento, no quería despertarlo. Cuando llegó a su lado se tomó unos segundos para apreciarlo, para el era la cosa más linda del mundo, pero cuando bajó un poco la mirada vió que su brazo estaba ensangrentado, inmediatamente se preocupó.

—Angel— con una mano tomó delicadamente su mejilla para despertarlo.

—Husk— el peliblanco se frotó un poco los ojos.

—¿Qué te pasó?— preguntó preocupado mientras le acariciaba la herida.

Ángel bajó la mirada, y cuando lo vió todos los recuerdos de Valentino regresaron a su mente, y un sabor agrio lo invadió.

—Nada, yo...—apartó su brazo mientras miraba a otro lado, no era capaz de sostenerle la mirada.

Husk se preocupó más, era obvio que algo había pasado. Tomó su mentón, regalándole una mirada tranquilizadora.

Ángel sabía que no dejaría de insistir. Y no podía decirle la verdad, era mayor el miedo a Valentino, por los que tuvo que recurrir a algo que Husk odiaba:

Mentir.

—Es que cuando te fuiste recordé a Valentino... Y pues me dió un ataque de ansiedad.

Husk se enterneció, e inmediatamente abrazo al más alto.

—Lo siento por no estar aquí — Ángel inmediatamente le devolvió el abrazo, aferrándose fuertemente, de verdad lo necesitaba. Pero la culpa no lo dejaba, sabía perfectamente que Husk odiaba las mentiras, pero sentía que no tenía otra opción.

—Por favor, quédate conmigo — pidió el peliblanco mientras las lágrimas salían de sus ojos.

—Aquí estoy, piernitas, no me voy a ir, te lo prometo.

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Ya habían pasado algunas horas desde aquel incidente con Valentino. A pesar de que Husk había estado con el y lo consoló un poco, no ayudó mucho, incluso, empeoró las cosas, ahora Ángel no solo tenía muchísimo miedo a su ex jefe, encima estaba la culpa, la culpa de mentirle a Husk, sabiendo que el confiaba en el, eso estaba matando a la araña se sentía demasiado frustrado.

𝚃𝚘 𝚝𝚑𝚎 𝚎𝚗𝚍//𝚑𝚞𝚜𝚔𝚎𝚛𝚍𝚞𝚜𝚝//𝚑𝚊𝚣𝚋𝚒𝚗 𝚑𝚘𝚝𝚎𝚕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora