𝔻𝕠𝕝𝕠𝕣

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Ángel quedó atónito, el no pensaba que sucedería de nuevo, o al menos no tan pronto. Los latidos de su corazón aumentan, su respiración entrecortada no lo deja pensar bien, su cabeza no  dejaba de pensar en una cosa, mejor dicho en un demonio.

Valentino.

Ese overlord no lo dejaría tranquilo, se encargaría de hacer su vida miserable, y ésto a costa de sufrimiento ajeno. Ya había matado a dos demonios, los cuales no tenían nada que ver con la situación que tenían el y Valentino. Si la cosa seguía como estaba el overlord llegaría a la persona que menos quería que saliera lastimada.

Husk.

En ese momento no pensó lo que estaba haciendo, solo sabía que si no detenía ésto de una vez por todas terminaría afectando a su pareja, por lo que actuó sin pensar, iba a decirle. Confesarle que él sabía quién cometía los asesinatos podría ayudar a que todo parará y Husk no saliera lastimado.

-Husky...

-Angel, ve a la habitación, en unos minutos voy- el peliblanco fue interrumpido por la seria voz del dueño del hotel, el cual no tuvo ni tiempo para discutir, ya que el contrario se alejó de él en dirección a el dichoso cuerpo.

El demonio quería gritar, necesitaba sacar ese peso que tenía de encima, pero ya no podía, sentía su garganta seca, las palabras no salían, y la repentina valentía que tenía hace apenas unos segundos desapareció por completo.

Resignado, camino lentamente a las escaleras. Sus brazos abrazaban su cuerpo en forma de consuelo, la culpa lo estaba matando. El era consiente de que en algún momento tenía que decirle, no podía esconderlo por siempre, a demás, sus compañeros de trabajo estaban en peligro solo porque a el le daba miedo ser sincero, pero no podía evitarlo, la idea de perder a Husk le rompía el corazón, una mentira así podía fracturar su relación por bastante tiempo.

Llegó finalmente a la escalera, con la sensación de que cada escalón era una aguja que se clavaba en su piel, el sentía que se lo merecía, eso y más, estaba defraudando la confianza de la persona más maravillosa que había conocido en el infierno, alguien que le había hecho sentir cosas que nunca había experimentado.

Por puro instinto, bajó un mano al bolsillo trasero de sus shorts y saco su celular, rápidamente llamó a su mejor amiga.

Con cada tono que soltaba el dispositivo el se planteaba poner un pié en el escalón, pero no era capaz, podía sentir el roce de la aguja.

-Hola, perrita.

-Cherri.

El tono de Ángel hizo preocupar a la chica, se oía apagado, triste, como si estuviera a punto de perder algo, nunca lo había escuchado así.

-¿Estás bien, Ángel? Te escucho muy extraño.

-No.

El peliblanco por fin subió el primer escalón, y con este una lágrima salió de sus ojos, bajando por toda la extensión de si mejilla.

-Angel, ¿Qué pasa? Te escucho mal- preguntó la chica muy preocupada por su amigo.

El mencionado se sentía completamente abrumado, la culpa lo invadía y la sensación de las agujas aún presente, a pesar de que no eran reales el sentía que se la merecía.

-Es...es que pasó algo, en el casino- la voz le salía entrecortada, las lágrimas y la sensación de dolor no lo dejaban formar bien las palabras.

-¿Qué pasó?

-Valentino lo hizo otra vez, otra... otra vez murió alguien por mi culpa, porque no soy capaz de decir la verdad.

Con cada escalón que avanzaba las lágrimas se desbordaban más y más de sus hinchados ojos.

𝚃𝚘 𝚝𝚑𝚎 𝚎𝚗𝚍//𝚑𝚞𝚜𝚔𝚎𝚛𝚍𝚞𝚜𝚝//𝚑𝚊𝚣𝚋𝚒𝚗 𝚑𝚘𝚝𝚎𝚕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora