-𝟶𝟶𝟾-

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-𝙈𝙖𝙙𝙞𝙨𝙤𝙣 𝙇𝙤𝙬𝙚𝙡𝙡-

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-𝙈𝙖𝙙𝙞𝙨𝙤𝙣 𝙇𝙤𝙬𝙚𝙡𝙡-


Se sacó los guantes entre un quejido con el irritante pitido resonaba al fondo, no pudiendo evitar solo azotarlos contra el suelo, negándose a ver al monitor y mucho menos ver a alguien más en ese quirófano porque sabía que clase de mirada estaban dándole

—Hora de la muerde; diez y quince de la mañana —bufó y salió del quirófano

Y tal vez no fue tan maduro, pero se frustró tanto que, cuando llegó a la zona de lavado, no pudo evitar patear el lavamanos con toda su fuerza

Y claro que le dolió, pero realmente no quería darle importancia

Sintió los ojos escocerle e instintivamente levantó los ojos al techo, apresurándose a tomar profundas respiraciones mientras presionaba con fuerza la piel de su brazo entre su pulgar y su indice porque no quería llorar ahí mismo, odiándose por sentirse así, por lo frustrada, pequeña y estúpida que se sentía

—Doctora Lowell... —

Giró hacia donde vio a Karev entrando desde el quirófano, viéndolo deshacer su ceño fruncido por la consternación en su rostro

—¿Qué demonios haces? —preguntó volviendo a fruncir las cejas

—Distraer mi mente —movió la cabeza, viendo sus ojos bajaban a su brazo y luego regresaban a ella

—Deja de hacer eso —se apresuró a separar su mano de su brazo, considerando luchar pero desistiendo apenas sintió la presión en su muñeca, consciente de que pelear no iba a servirle porque Karev era enorme a su lado, así que se resignó a soltar su brazo y dejarlo alzar su muñeca

—Iré a informarles a la familia —separó su mano, marchando a la salida

—Madison —

—Estoy bien —volvió a girarse para verlo—No tengo cinco años para que tengas que supervisarme —se quejó

—Perdiste a ocho pacientes esta semana, uno tras otro —se cruzó de brazos, siendo un simple reflejo aferrar la primera porción de piel que sus dedos pudieron alcanzar apenas se lo recordó

—Si, gracias por el recuerdo de mi estupidez —bufó, aplicando más presión cuando el escozor se hizo más fuerte

—Eso no era... —

—Tengo que hacer mi trabajo; te recomiendo hacer lo mismo —cortó lo que fuera que quisiera decir, realmente no de humor para más palabras sobre el fracaso que era

Ni siquiera quiso darle tiempo de hablar, solo salió y fue por el pasillo al elevador, ya mentalizándose para el arranque de emociones que recibiría de la familia al ver su hija de ocho años no iba a poder regresar a casa para ver su preciado programa como tanto lloró cuando la ingresaron

Little Lowell | 𝙍𝙚𝙚𝙨𝙘𝙧𝙞𝙩𝙖 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora