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-𝙈𝙖𝙙𝙞𝙨𝙤𝙣 𝙇𝙤𝙬𝙚𝙡𝙡-
Debió haberlo visto venir, debió saber sus padres nunca se quedarían de brazos cruzados
Durante unas semanas, ella había tenido relativa tranquilidad de regreso a casa, con siempre alguien vigilándola para ayudarla dado a que, aunque podía caminar sola y su mano derecha estaba un poco más estable, seguía teniendo ciertas dificultades para moverse por la casa y más cuidar de Zola, y le fue bien volviendo a la rutina que había extrañado profundamente en sus interminables semanas en el hospital, retomando su rutina escolar aún desde casa por al menos otra semana más, yendo al hospital los días que nadie podía quedarse en casa con ella y, en general, solo recuperándose con toda la calma que pudo, consciente que apresurarse a querer mejorar solo iba a arruinar su progreso
Todo había ido tan bien, que el día que Karev le hizo saber sus padres estaban en la sala de reuniones justo después de que salió de su fisioterapia, fue como si la burbuja en la que había estado fuera cruelmente explotada
Desde el exterior vio a sus padres sentados campantemente en un lado de la mesa, con Stuart Castle, un abogado que recordaba perfectamente por ser un amigo muy cercano de sus padres, de pie tras ellos mientras hablaba de algo, teniendo frente a ellos a Derek y a Meredith en completo silencio, odiando como las expresiones en sus rostros hicieron su estómago se retorciera, jurando era la primera vez veía a Meredith lucir tan pequeña en presencia de su madre
Ver al tan afamado abogado del Diablo ahí no era un buen augurio y ella lo sabía
Estudió con todo el cuidado que pudo toda la interacción, no podía escuchar nada de lo que decían, pero solo por sus expresiones era obvio no era nada agradable, en especial por la expresión triunfante que Castle tenía mientras los veía leer alguna cosa frente a ellos. Se mantuvo ahí hasta que, con un movimiento repentino, Derek se puso de pie y salió pisando fuerte, con Meredith siguiéndolo de cerca con un furioso rojo en sus mejillas y su ceño fruncido, ambos ignorando su presencia por estar fuera del camino por donde se fueron
Castle les dijo algo a sus padres aun con su triunfante sonrisa, recogiendo los papeles y metiéndolos en un portafolios antes de irse campante, decidiendo era el momento perfecto para confrontar a sus padres
—Ah, Madison—sonrió su padre apenas la vio entrar—Me alegra ver estás de pie por tu cuenta—miró su rodilla aun cubierta por la férula y expuesta por la falda que había elegido ese día
—¿Qué hacen aquí y porque Stuart Castle está aquí?—fue directo al grano, reajustando su agarre en sus muletas
—¿Qué clase de ropa es esa?, te ves completamente ridícula—regañó su madre, dando una crítica mirada a su vestimenta
—Les hice una pregunta—la ignoró, orgullosa de que su crítica no le hubiera afectado dado a que, con los años, aprendió a desprenderse de lo que esas críticas solían hacerle sentir
