-𝟶𝟷𝟹-

1K 103 2
                                    

-𝙈𝙖𝙙𝙞𝙨𝙤𝙣 𝙇𝙤𝙬𝙚𝙡𝙡-

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-𝙈𝙖𝙙𝙞𝙨𝙤𝙣 𝙇𝙤𝙬𝙚𝙡𝙡-

En sus, ahora, dieciséis años de vida, fueron pocas las veces que celebró su cumpleaños, incluso podía contarlas con una mano y le iban a sobrar dedos porque fueron tres veces en total: la primera fue cuando cumplió cuatro años y Mark la llevó a un divertido día después del mejor desayuno del mundo y que terminó en casa de Addison y Derek. La segunda fue cuando cumplió ocho y Derek quiso llevarla a un juego de campeonato de los Yankees donde pudo conseguir una camiseta autografiada por la estrella del equipo. Y la tercera y última vez fue un viaje para ver Heathers, el musical, a las afueras de Broadway cuando cumplió doce en compañía de su padrino y Mark dado a que eran los únicos que creían doce años era la mejor edad para ver un musical que hablaba de sexo, desordenes alimenticios, alcohol en adolescentes, asesinato e intentos de suicidio

Aunque terminó un poco alterada por los ruidos fuertes de las explosiones y los disparos, estuvo todo el camino de regreso cantando las canciones del disco que obligó a Mark a comprar al salir del teatro y que la pequeña productora distribuía a quienes quisieran escuchar las versiones de estudio por solo cincuenta dólares, así que consideraba no había sido tan terrible como parecía apenas su madrina se enteró

Todas esas veces, aunque especiales y probablemente de los mejores recuerdos en su ya no tan corta vida, nunca fueron cumpleaños como tal, incluso cuando muchos catalogaban cumpleaños a la reunión que le hicieron por su cuarto cumpleaños, ni con un pastel con su nombre, velas de cumpleaños y las personas a quienes más amaba, nunca se sintió un cumpleaños de verdad porque, al final del día, regresaba a una casa vacía, solitaria y fría, incluso hubieron veces en las que no pudo regresar a su casa y tuvo que ir directamente al hospital, donde todos los demás parecían indiferentes de que tuviera un año más de vida y la empujaban a seguir haciendo su trabajo. Y el resto de los años a duras penas recordaron era el aniversario de su nacimiento, lo que la obligó a solo verlo como un día más en su vida, solo un número en un calendario que casualmente era el mismo mes y día en el que nació años atrás, sin pasteles ni globos como muchas veces vio en la televisión, no habían abrazos ni mucho menos felicitaciones desde que Mark, Addison y Derek se fueron de New York, desde que su padrino perdió a David y se divorció, y aunque su madrina lo intentó, nunca fue la persona más afectuosa a nivel físico y era horrible recordando fechas, así que siempre regresaba con una nueva baratija que compró en la tienda de recuerdos del hospital en un día que no era su cumpleaños, una baratija que escondería debajo de su cama por miedo a que también fuera vista como una distracción y se le fuera quitada, pero tampoco demasiado apegada como para necesitar verlas todos los días

A los cuatro, con su vestido favorito y con Mark comprándole todos los cachivaches que normalmente no podía recibir, sintió su cumpleaños era algo insuperable, a los ocho creyó era bastante bueno, y a los doce consideró era divertido. Pero el resto de los años, el resto de su vida, lo vio como solo un día más en su vida, un año que se le restaba y un número que cambiaba en su edad, ni más ni menos

Little Lowell | 𝙍𝙚𝙚𝙨𝙘𝙧𝙞𝙩𝙖 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora