CAPÍTULO. 11

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Jimin observó el reloj con una mezcla de ansiedad y decepción, finalmente comprendiendo que Minho lo había dejado plantado. Una sensación de ridículo lo invadió mientras se mordía el labio, luchando contra las lágrimas que amenazaban con escaparse.

Con claridad, Jimin entendió lo sucedido. Minho lo había visto, no le había gustado y se había ido sin decir una palabra. En ese instante, se sintió estúpido y abrumado por una ola de humillación que recorría su cuerpo mientras conducía de regreso a su edificio.

Al llegar, lo primero que hizo fue dirigirse al dormitorio para cambiar su ropa de calle por el pijama. Al despojarse del atuendo que había elegido para la cita, se enfrentó a su reflejo en el espejo de cuerpo entero. Observó cada detalle que siempre había detestado: su rostro con facciones aniñadas, su cuerpo. Viéndose así, Jimin no pudo evitar pensar que era comprensible que Minho lo hubiera menospreciado.

Jimin se cambió a un pijama amarillo con estampado de pollitos y se dirigió a la cocina con la urgencia de servirse un vino tinto, que probablemente acompañaría con unas cuantas galletas de chocolate horneadas la tarde anterior.

Escogió una de las botellas guardadas para ocasiones especiales, se sirvió una copa y dispuso algunas galletas en un plato. Se preparaba para recostarse en el sofá, encender la televisión y sumergirse en cualquier película que lo ayudara a desconectar por un rato. Justo en ese momento, sonaron golpes en la puerta.

Jimin arqueó las cejas, no esperaba a nadie. Miró por la mirilla y su corazón comenzó a latir con más fuerza al ver a Jungkook al otro lado. ¿Cómo sabía que estaba allí? Se mordió el labio, preguntándose si sería mejor no abrir la puerta y hacerse el desentendido, pero la insistencia de Jungkook al volver a llamar al timbre lo llevó a enfrentarse a él con una sonrisa.

—Hola, no te esperaba —dijo Jimin, tratando de ocultar el nudo que se le formó en el estómago.

—Oí el sonido de la puerta hace un rato y luego vi la luz de la cocina encendida, como da al patio de luces... —explicó Jungkook, encogiéndose suavemente de hombros—. Por lo que veo, la cita con el arquitecto ha sido corta.

Jimin suspiró antes de responder. Estuvo a punto de inventar una mentira para evitar que Jungkook descubriera lo patético que se sentía, pero al final decidió ser sincero, porque, después de todo, Jimin nunca mentía.

—No se presentó. Esperé una hora y... Minho ni siquiera me mandó un mensaje para anular la cita.

—¡¿Qué?! —exclamó Jungkook incrédulo—. Maldito imbécil. Seguro que tiene pareja y usa la app para serle infiel.

—No creo —dijo Jimin tras un bufido—. Simplemente debe haberme visto, no le gusté y se fue sin decir nada.

—¿Qué? —Jungkook lo miró perplejo por aquel supuesto—. Jimin, te equivocas, eso es imposible. 

—¿Por qué? ¿Por qué según tú es imposible, Jungkook? —dijo notando las lágrimas picándole en los ojos—. No soy atractivo, Jeon. Estoy gordo. A mí no me importa, he aprendido a aceptarme así, pero las personas buscan otra cosa. Debo aceptarlo y dejar de buscar algo que no existe.

—Jimin, no digas eso...

Las lágrimas se desbordaron de los ojos de Jimin.

—Ya. Mira, Jungkook, has sido muy amable conmigo estos días. Ni te imaginas lo mucho que me has ayudado, pero debo aceptar la realidad: voy a quedarme solo. Y no es que sea algo malo, no necesitamos a alguien para estar completos, ¿verdad? —Tras esas palabras, el llanto dominó a Jimin y comenzó a sollozar de forma desconsolada, sintiéndose avergonzado al instante pero incapaz de detener las lágrimas. Tratando de limpiarse como pudo, miró a Jungkook, quien lo observaba desde el umbral sin hacer nada—. Lo siento, Jungkook, creo que necesito estar solo, ¿ok? ¿Podemos hablar en otro momento?

Sin embargo, Jungkook no se movió. Jimin lo vio tragar saliva con fuerza, dar un paso adelante y rodearlo entre sus brazos. Al sentir el pecho de Jungkook contra su rostro, Jimin lloró aún más fuerte, como un niño pequeño que acaba de descubrir que la magia de los cuentos de hadas no existe.

—Jimin… —susurró contra su cabello—. Todo irá bien. Te lo prometo.

—No puedes prometerme eso, Jungkook —dijo separándose un poco para mirarlo a través de las lágrimas—. Nadie puede.

Jungkook envolvió a Jimin con fuerza en su abrazo, mientras este último se aferraba a él, dejando que su aroma lo rodeara por completo.

—Jimin, por favor, no sabes cuánto me duele escucharte decir esas palabras. Si tan solo pudieras verte como yo te veo: hermoso, leal, bondadoso, dulce... Eres la persona más maravillosa que he tenido la suerte de conocer. El mundo está a tus pies, aunque aún no lo creas. Cuando descubras todo lo que significas para los demás, te darás cuenta de que no hay nadie en este mundo que sea digno de ti.

Jimin sonrió entre las lágrimas y aflojó el abrazo para volver a fijar sus ojos en los de Jungkook.

—¿Por qué eres tan bueno conmigo, Jungkook?

—Porque haces temblar todo mi mundo, mis esquemas y mis convicciones.

Jimin levantó las cejas, confundido, mientras Jungkook lo miraba con un brillo especial en los ojos. Antes de que Jimin pudiera articular una pregunta sobre el significado de sus palabras, Jungkook acunó su rostro con las manos y lo besó con una intensidad que hizo temblar a Jimin.

Sus labios se encontraron en un fervoroso encuentro, explorando con avidez cada rincón de sus bocas. No necesitaban palabras; el deseo hablaba por ellos en cada beso, en cada contacto.

Sin vacilar, Jungkook empujó a Jimin hacia el interior del apartamento y cerró la puerta tras de sí, sin interrumpir el beso. Jimin, entregándose al torbellino de sensaciones que los besos de Jungkook desataban en su interior, dejó de lado todo pensamiento racional y se abandonó al momento, sabiendo que habría tiempo para reflexionar más tarde.

Se encontraron en el sofá, donde los besos de Jungkook se intensificaron con cada momento que pasaba. Jimin dejó escapar un gemido cuando los dedos de Jungkook se deslizaron sobre su piel por encima del pijama, provocando una oleada de sensaciones que lo enloquecieron.

Jungkook le quitó la parte de arriba del pijama, y contempló extasiado su abdomen. Jimin había llegado tan lejos con alguien solo una vez antes, pero se había sentido tan nervioso que había retrocedido en el último momento. Sin embargo, con Jungkook era diferente. Se sentía cómodo, quería más. Con Jungkook, lo deseaba todo.

Dejó que le quitara la camiseta, le besara y lamiera los pezones mientras sus manos bajaban el pantalón del pijama y se deshacían de él. 

Mirándolo con deseo, se arrodilló frente a Jimin y besó su entrepierna por encima de los boxer antes de bajarselos también y dejarlo completamente desnudo.

—Nene, ábrete para mí —dijo Jungkook colocándose entre las piernas de Jimin para tener mejor acceso.

La primera vez que la lengua de Jungkook rozó la erección de Jimin, este pensó que tardaría segundos en correrse. No se equivocó. La lengua de Jungkook subía, bajaba, se movía en círculos y volvía a subir y bajar. Cuando el orgasmo lo alcanzó, el mundo desapareció durante unos segundos. Solo existió el cálido hormigueo que la recorrió en una explosión maravillosa.

Una sonrisa satisfecha cruzó su cara y, cuando abrió los ojos, buscó los de Jungkook para decirle lo mucho que le había gustado. Sin embargo, este acababa de ponerse de pie y lo miraba contrariado, como si acabara de despertar de un letargo.

—Jungkook, ¿estás bien? —preguntó Jimin tapándose la desnudez con uno de los cojines del sofá. De repente, se sentía demasiado expuesto.

—Yo… yo… —Jungkook era incapaz de mirarlo—. Tengo que irme.

Y, dejándolo descolocado y con la incertidumbre nadando en su interior, Jungkook se marchó.

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♥︎.

Neighbors • KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora