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Olivia:


Luego de aquella noche, le pedí a Melanie si podríamos conocernos mejor, (si la había besado pero eso fue por un impulso y por el exceso de yerba y alcohol que mesclasó en mi sistema). Ella accedió, y bromeando dijo que sería como "cortejarme".

Cortejar:Tratar de ganarse el amor [de una persona, fr. una mujer].

En definitiva, se tomó muy a pecho eso de cortejarme, ya que era una chica muy detallista y gracias a Theo descubrió mi amor por las frutillas y cada vez que podía ella me las compraba y comiamos juntas en algún parque, o mientras caminábamos por ahí.

Eso y también me regalaba lirios blancos (mis favoritos), y algún juguete para mi gato, quien sorpresivamente también la adoraba. Me sorprendió ya que mi gata no era muy sociable o cariñosa con los desconocidos, y gracias a que Melanie también tenía un gato pudimos conectar un poco mejor.

Nuestros gatos parece que se querían más entre ellos que a mí o a Melanie, eso sí, si les preguntas a quién quieren más de las dos definitivamente elegirían a Melanie. Y la verdad no los culpo, yo también la elegiría.

Empezamos a salir de a poco, primero en una cafetería, luego salidas al cine. Pasamos a pijamadas en mi casa y en su casa, a que venga a mi casa solo para que merendemos juntas o para dormir la siesta.

Saliamos a fiestas juntas y yo le planchaba el pelo y ella me maquillaba. No me gusta mucho el maquillaje, pero el simple hecho de verme bonita para ella me hace sentir tan especial... Deje que me maquille como ella quería, incluso no reproche cuando me preguntó si quería un delineado. Según ella me vería hermosa con uno. (No me gustan los delineados, ni nada de maquillaje porque no sé usarlo) Y luego de las fiestas ir a mi casa a hacernos un skincare para sacarnos bien el maquillaje. ¿Eramos unas borrachas? Sí, pero unas borrachas con la piel bonita.

Bailabas y cantábamos juntas en las pillamadas, no había habitación en mi casa en la que Melanie no haya dejado huella.

En la sala todavía reía con los recuerdos de Meliani gritando y tirando los pochoclos al piso cuando miramos una película de terror, o en la cocina todavía se escuchaban las risas o las quejas de las veces en las que intentamos cocinar juntas (fue un fracaso épico, quemamos todo). En el baño, donde estuvimos horas haciéndonos un skincare, en mi habitación donde tuve las mejores siestas de mi vida, en el comedor donde intentábamos probar los platillos que hicimos cuando jugamos a ser master chef, en la sala donde tantas veces jugamos a hacer un fuerte de almohadas (fue otro de nuestros fracasos típicos, las sabanas cayeron encima de nuestro junto con los almohadas).

Me contó lo de Theo, que en algún momento fueron algo, pero se dieron cuenta de que funcionaban mejor como amigos (por suerte). Que todo estaba bien entre ellos, que se veían como comadres, compas, hermosos de otra madre, compañeros de traumas, y no sé qué otros ejemplos me dio. Sólo me dejo bien claro que ya no eran nada.

Pasamos Navidad y año nuevo juntas y nunca pasé una Navidad tan caotica como lo fue pasarla con ella. (Eso lo voy a dejar para otro capítulo).

Y sus besos... Me moriría feliz si fuera en aquellos labios, era tan sutil pero acaramelados también, muy dulces y delicados. Y luego de ellos me miraba de una forma tan afectuosa, tan brillosa.

Era demasiado bueno pasar el tiempo con ella, sentía que no había nada mejor. Y así permanecí en aquella burbuja de amor por unos 6 meses, hasta que llegó el 8 de marzo, fue cuando decidimos ir a la marcha feminista.

¿Qué era lo peor que podría pasar? Bueno, en realidad fue mucho lo que pasó...

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Mi chica - Por Melanie y Olivia -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora