La casa de Lucas era un poco más grande que la mía. Era una casa terrera de una sola planta con unas jardineras a los lados de vivos colores y bien cuidadas. La entrada era totalmente accesible para personas con movilidad reducida.
Unos ladridos procedentes del interior llamaronmi atención. Julia, la hermana de Lucas, me abrió la puerta y me saludó con una sonrisa jovial mientras sujetaba a un perro de color beige que queríalanzarse sobre mí.
—Hola Brian, me alegro de verte. Ya llegaron todos.
—¡Hola! ¿Quién es este perrito tan juguetón?
—Es Luna, nuestra labradora retriever.
Entré en la casa y Julia soltó a Luna, que aprovechó para oler la silla de ruedas y lamerme las manos. Le rasqué detrás de las orejas y la perrita meneó la cola con mucha efusividad.
Desde la ventana del salón se podía ver un pequeño patio trasero con una mesa de picnic y un viejo árbol del que colgaba un columpio igual de viejo.
En el salón había mucho escándalo. Lucas estaba sentado en el enorme sofá con una chica asiática que no conocía mientras se quejaba de lo difícil que era el juego. Iván estaba en el suelo con el mando de la PlayStation y Daphne al lado tratando de quitárselo.
El fisioterapeuta me había ordenado ponerme las prótesis, aunque utilizara la silla de ruedas. Quería que me levantara y diera pequeños pasos, fuera a donde fuera. Me puse de pie sujetándome firmemente a la silla de ruedas y di unos pasos hasta el sofá, donde había un hueco al lado de Lucas.
—¡Qué alto eres, Brian!—exclamó Daphne. — ¿Cómo te va con las prótesis?
—Creo que lo voy controlando poco a poco...
Nada más decir eso, me fallaron las fuerzas y aterricé prácticamente encima de Lucas; la amiga se había apartado a tiempo. Intenté incorporarme como pude, pero las prótesis se habían bloqueado con algo.
—Pues si eso era tenerlo más o menos controlado... —dijo Iván.
Todos parecían estar ocupados riéndose, incluido el propio Lucas. Al final fue Julia quien me ayudó. Pensé que era la seria del grupo, pero me fijé en que estaba conteniendo la risa.
Cuando por fin estaba sentado al lado del rubio, Julia se disculpó y se retiró a su habitación. Dijo que tenía que estudiar para los exámenes de la universidad. Luna la siguió obedientemente.
Aproveché para preguntarle a Lucas:
—¿Estás bien?— Él asintió y juraría que sus orejas se pusieron rojas como el pelo de Daphne.
—Sí, no te preocupes. Fue un accidente.
Lucas se giró hacia su amiga, que estaba al otro lado del sofá, y me la presentó.
— Ella es Nozomi, una amiga del instituto. Nozomi, Brian, un amig...—Ella lo cortó.
—El chico que envía corazones por accidente, ¿cierto?
Lo miré asombrado y ella se encogió de hombros, restándole importancia.
—Estaba delante cuando llegó el mensaje.
Iván y Daphne pusieron el juego en pausa y nos miraron boquiabiertos.
—¿Qué chisme nos hemos perdido? —preguntó ella.
—Ninguno—atajé. —¿Cómo va el juego? ¿Algún avance?
—Seguimos atascados, pero eso no es lo importante ahora. ¿De qué corazones hablan?— Insistió Iván.
ESTÁS LEYENDO
Ilusiones de invierno ©✔
Teen FictionObra registrada en el Registro de la Propiedad Intelectual Española. Mención especial ONC 2024 ¡Clasificada en la Lista corta ONC 2024! ¡Clasificada en la Lista larga ONC 2024! ¡Ganadora de la Segunda Ronda ONC 2024! ¡Ganadora de la Primera Ronda ON...