¿Qué hacer cuando el amor desaparece?

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María se sentó en la cama mientras arrullaba al niño, se balanceaba intentando calmar sus emociones y pensamientos; mientras escuchaba cómo José terminaba la comida, comenzó a cantarle una balada a Jesús para distraerse un poco.

María, en una suave y melodiosa voz:
Ven pequeño a descansar,
que en mis brazos vas a estar,
las estrellas te guiarán,
y no habrá miedo en la oscuridad.
Bajo el dátil tu vendrás,
frente al campo me verás,
Dios eterno cuidará,
y así podremos descansar.

Justo cuando el pequeño se quedó dormido, María pudo escuchar que la puerta de enfrente se cerraba, José se había ido. Ella se acostó en la cama y comenzó a llorar, le molestaba mucho no saber que hacer en situaciones como esa y le molestaba más el sentirse como se sentía, quería ser racional y decirle a José que estaba pasando pero le dolía más admitirlo.

María, sollozando: Perdón, Dios. Lo siento mucho, yo sé que esperas más de mi y siento que te estoy fallando, de verdad amo a nuestro hijo, es la luz más bella y radiante en mi vida pero hay breves y pequeños momentos de debilidad en donde siento que todo esto me supera. Por favor, oh Señor, dame la fuerza para continuar, guía mi corazón para que no vuelva a flaquear y une a esta familia, que por mi culpa se cae a pedazos.

Se quedó dormida mientras lloraba, lágrimas aún rodaban por sus mejillas mientras soñaba con mejores cosas, imágenes de su viaje familiar a en medio de la nada aparecían en su mente, recordando que a pesar de todo el caos a su alrededor, aún había luz en los momentos de incertidumbre.

Estella, vigilando detrás de Lucien: Lucien ¿Está todo bien?

Lucien, sobresaltado: Estella ¿Qué haces aquí?

Estella, aguantando la risa: Es bueno que tengas la guardia en alto pero se ve un poco mal que te espantes por las voces a tus espaldas.

Lucien, adormilado: Lo siento, he estado cansado y no han salido bien las cosas por aquí.

Estella: ¿A que te refieres?

Lucien: He estado cubriendo turnos dobles otra vez, por cierto ¿Deberías estar aquí?

Estella, asqueada: Agh Rafael... (intentando parecer normal) ah ¿Yo? bueno, me gusta pasar de vez en cuando a dar una vuelta, pero si te incomoda me puedo ir.

Lucien: Está bien, quédate el tiempo que tengas permitido.

Estella, sonriendo: Gracias ¿Qué ha pasado con José y María?

Lucien: Discutieron hace poco, María se encerró en la habitación sollozando y orando, cuando cayó dormida decidí ayudarla dandole dulces sueños, José salió hace un rato pero aún no regresa.

Estella, preocupada: ¿No lo has ido a buscar?

Gabriel, llegando: ¿Buscar a quien?

Lucien: José salió de la casa, hace unos momentos, después de discutir con María.

Gabriel: ¿Dónde está Rafael?

Estella: Aún explota a Lucien, sólo Dios sabe porque no ha estado en su puesto.

Rafael, detrás de ellos: No seas exagerada Estella, no estoy explotando a Lucien, tengo una pequeña misión secundaria, necesitaba que me cubriera un par de horas.

Gabriel, molesto: Que no es tan importante como la principal... tenemos que arreglar esto. Lucien, vigila a María, en cuanto volvamos podrás descansar; Estella ¿Qué haces aquí? ve con Isabel, Zacarías y Juan; Rafael, andando, que José no debe estar tanto tiempo solo.

María despertó poco después del anochecer, su estomago dolía por el hambre que sentía y levantó al pequeño para comer juntos, la casa estaba en penumbra y completamente vacía, José aún no regresaba y eso la preocupaba, decidió calentar la comida que había dejado preparada y sentarse a esperarlo, jugó con el pequeño después de la comida y lo llevó a dormir a una hora realmente tarde, aún esperaba al lado de la puerta a que José regresara. Cerca de la media noche alguien tocó a la puerta.

El Evangelio perdido (Fanfic de Journey to Bethlehem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora