Capítulo 22

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.Día 22 de Julio del Año 2010.

.Ciudad de Kuoh - Club del Ocultismo - 9:10 am.

—Autonomía, eh... —comienza Rías, con los brazos cruzados sobre su pecho, una chispa de enfado brilla en sus ojos, pero su postura revela una resignación subyacente. A pesar de su descontento, es evidente que su influencia sobre la torre rebelde se ha desvanecido, dejándola sin autoridad alguna— Hm, es claro que no tienes la menor idea de lo que significa: "Acatar órdenes".

—Eso es indiscutible. —responde Blake, su voz está teñida de una arrogancia apenas disimulada, mientras una media sonrisa egocéntrica juega en sus labios— Tú lo dijiste: "Presta tu ayuda y recibirás la nuestra a cambio". Pero, contéstame algo, ¿quién fue el que se encargó del problema con los ángeles caídos sin pedir asistencia alguna? —antes de que Gremory pudiera articular palabra, Blake la interrumpe con rapidez— Yo. Desde el principio te dejé claro que no soy tu subordinado. Nuestros caminos se cruzaron por un objetivo común, pero ahora que ese capítulo ha concluido, nuestra alianza ya no tiene razón de ser.

—Si ese es el caso, ¿por qué aún sigues aquí? —Rías lanza la pregunta, su expresión se transforma, la rabia contenida se hace más palpable en su semblante—

—Tal vez, en algún rincón profundo de mi ser, me agradan un poco. —admite Blake con una franqueza inesperada, mientras desenreda un paquete y extrae un chicle de menta, colocándoselo en la boca con un gesto deliberado— No es común toparse con humanos dotados de superpoderes, al menos no en el lugar de dónde vengo.

—Entonces, si nuestra alianza ha terminado, devuélveme mi pieza. —demanda la princesa Gremory, extendiendo su mano con autoridad. Blake la observa, su mirada es un pozo de indiferencia—

—Oh, desearía poder complacerte. —responde el portador del virus redlight, su tono es de resignación forzada— Pero eso es imposible. Tu hermano me lo dejó muy claro.

—Exijo una explicación. —exige Rías, su enojo se intensifica—

—La pieza y yo nos hemos fusionado. Tu hechizo me transformó hace aproximadamente una semana, quizás un poco más. Mi organismo la ha asimilado, y ella a mí. Si pretendes despojarme de ella, tendrás que acabar con mi vida. —explica Blake, masticando el chicle con la boca entreabierta, una muestra de desdén— Y dado que no eres capaz de tal acto, creo que me quedaré.

—Eres un Demonio Renegado. —lo acusa Rías, su voz está cargada de reproche— Uno que ha abandonado a su amo para seguir sus propios deseos. ¿Cómo es que no te has deformado?

—Nunca te abandoné, aunque es reconfortante saber que me echas de menos. —responde Blake, su risa es suave, casi imperceptible— Cumplí con las órdenes del Rey Demonio, ¿has olvidado? "Resuelvan el problema de los Ángeles Caídos Rebeldes", y eso hice. No fue por deseo propio, así que no tienes fundamento alguno para etiquetarme como "Demonio Renegado". Ahora que tu carismático hermano me ha concedido la autonomía que tanto deseaba, no importa lo que haga, jamás me convertiré en una de esas abominaciones.

—¿Es posible que él haga eso? —interroga Issei, su sorpresa es evidente—

—Hablamos del Rey Demonio. —responde Akeno con un encogimiento de hombros, su tono es de aceptación resignada— Posee la autoridad y el poder suficientes para torcer las reglas a su antojo. Esto no repercute en los Demonios Superiores, por lo que para el resto del infierno es un asunto de poca, mejor dicho, de nula importancia.

—Pero esto podría incitar a otros demonios a buscar su propia autonomía. —plantea Issei, pensativo—

—¿Y tú realmente crees que se las concederá? —replica Blake, dirigiendo su mirada al portador del dragón rojo— Admito que fui un caso excepcional, sí. Pero fue solo por esta vez. Él no reparte favores a diestra y siniestra.

Un Prototipo en DxD (Remake)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora