Capítulo 20

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.Japón - Ciudad de Kuoh - Año 2010.

.Zona Desconocida - Diez minutos después.

El silencio reinaba en el vehículo, una quietud casi palpable que se extendía como una neblina invisible entre los dos ocupantes. Jacob Valerie, el sicario de origen neozelandés, conducía con una expresión impenetrable, con sus manos firmes en el volante. No había música que rompiera la tensión, no había sonido alguno salvo el murmullo del motor y el ocasional zumbido de las ruedas sobre el asfalto. Blake Valler, el mutante evolucionado, permanecía igualmente callado, su mirada estaba perdida en el horizonte, que se desplegaba ante ellos a través del parabrisas.

Fue Jacob quien finalmente decidió quebrar el silencio, su voz corta el aire con una gravedad que pareciera fuera de lugar en el espacio confinado del auto.

—Mira, esto debe permanecer solo entre nosotros, ¿de acuerdo? Pero... hay algo que me inquieta, una sospecha que me corroe y necesito tu ayuda para confirmarla. —dijo Jacob con una voz baja y urgente, girando su cabeza apenas perceptiblemente hacia Blake. Sus ojos escudriñaban el rostro de su interlocutor, buscando alguna microexpresión, un destello de verdad— Sin rodeos y sin mentiras, ¿fuiste tú quien acabó con la vida de ese ángel caído?

—¿A cuál te refieres? —respondió Blake con un tono desapegado, casi aburrido, como si la gravedad de la pregunta se disolviera en el aire—

—Gemyo. —especificó Jacob. Valler, por su parte, giró su cabeza lentamente hacia la izquierda, como si el mero acto de recordar trajera consigo ecos de un pasado cercano—

—¿Qué te hace suponer que fui yo el responsable de su muerte?

—Mis contratistas dijeron que el asesino dejó tras de sí el brazo ese ángel, cercenado con una precisión quirúrgica. Demasiado perfecto para ser obra de un arma mortal. —explicó Jacob, su sonrisa era tenue, casi imperceptible, como si disfrutara del juego mental que estaba desplegando— Estoy convencido de que ni la espada más finamente forjada por manos humanas, incluso con una calificación de veinte en la escala de filo, podría realizar un corte tan impecable.

—¿Qué estás insinuando? —preguntó Blake, su voz está teñida de una curiosidad apenas contenida—

—Conozco tus habilidades. Sé lo que realmente eres. —reveló Jacob, su tono era serio, casi acusatorio—

—Tschk, no tienes ni la menor idea. —Valler soltó un suspiro de exasperación—

—El virus Redlight que corre por tus venas, he observado su funcionamiento. Tu espada no es una creación humana, sino el producto de un virus. Posee un filo a nivel molecular que supera cualquier arma forjada por un ser humano. Tu espada podría cortar a través del hueso con la facilidad con que uno corta un trozo de mantequilla. Es la personificación de un corte limpio y perfecto. —comenta el sicario, con una sonrisa leve— La obsidiana es frágil al contacto con los huesos, pero tu espada no.

—También podría haber sido obra de una espada Sagrada o Demoníaca. —sugirió Blake, manteniendo su compostura—

—Así que, ¿niegas haberlo hecho? Vamos, las cosas serán mucho más simples para ambos si dejas de jugar al inocente. —presionó Jacob—

Blake se giró lentamente hacia Valerie, buscando en ella una aliada o quizás un testigo silencioso.

—Sí, fui yo quien lo mató. Al tonto ese con la espada de luz. —confesó Blake finalmente, regresando a su posición inicial con una indiferencia que parecía cuidadosamente ensayada— Fue en defensa propia. Ahora dime, ¿por qué te importa tanto?

Un Prototipo en DxD (Remake)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora