.Día Nueve de Julio - Año 2010 - 9:30 am.
.Habitación 38 - Apartamento de la zona - Tercer piso.
Era una mañana cálida en la ciudad de Kuoh, Japón. El sol brillaba con fuerza en el cielo azul, iluminando las calles y los edificios. Algunas personas caminaban apresuradamente por las aceras, vestidos con trajes formales y maletines, dirigiéndose a sus respectivos trabajos. Otras personas disfrutaban de un paseo más tranquilo, o se sentaban en las mesas de algún café bar, compartiendo un desayuno con sus parejas o amigos. La ciudad parecía estar llena de vida y actividad.
Entonces, la vista se centra en una ventana en el tercer piso de un apartamento local, desde donde se podía apreciar una panorámica de la ciudad. Era una ventana amplia y limpia, que dejaba entrar la luz natural a la habitación. Dentro de ella, se podía observar un ambiente minimalista, con algunos adornos aquí y allá, que le daban un toque personal. Había una mesa de madera en el centro, rodeada de cuatro sillas, sobre la que había un termo y un recipiente con yerba mate y una bombilla. También había una pequeña alfombra de color claro, una televisión de tamaño mediano, y una cocina integrada, con los electrodomésticos y utensilios necesarios. Era un espacio único, donde se combinaban la cocina, el comedor y la sala de estar, mientras que el baño y la habitación eran cuartos separados. Pero el entorno era agradable, sencillo y hasta delicado. Siempre estaba bien cuidado y ordenado.
En una de las sillas de la mesa, se encontraba sentado un hombre adulto, de unos veintisiete años. Tenía el cabello rubio, corto y despeinado, y los ojos azules, con una mirada cansada y somnolienta. Llevaba puesta una camiseta negra, corta y lisa, que dejaba ver sus brazos musculosos. Su chaqueta dorada y negra, que solía usar como parte de su atuendo, estaba colgada en un perchero cerca de la puerta, indicando que acababa de despertarse. Este hombre, de nombre Jacob Valerie, estaba preparando un mate, una bebida tradicional de Sudamérica, que había aprendido a hacer durante su viaje a Argentina. Había calentado agua en una pava metálica, y la había vertido en un termo, un recipiente especial que mantenía el agua caliente por más tiempo. Luego, había llenado el recipiente con yerba mate, una hierba seca y molida, y había introducido la bombilla, una especie de pajita metálica con un filtro en el extremo. No le había agregado ningún tipo de endulzante, ni azúcar ni edulcorante, pues le gustaba el sabor amargo y fuerte del mate. Los argentinos le habían enseñado a tomar el mate como una costumbre social, y le habían regalado algunos paquetes de yerba, un termo de la marca Stanley, y un mate con la bandera del país sudamericano impresa en él. Jacob había traído todo eso consigo, como un recuerdo de su viaje y una forma de relajarse.
"Esto es vida".
Piensa Jacob Valerie, mientras le da un sorbo a la bombilla de su mate, y siente el líquido caliente bajar por su garganta. Su mirada se desvía hacia la derecha, donde se encontraba la ventana. La luz del sol se reflejaba suavemente en su mesa de madera, creando un efecto de calidez y confort. Jacob suspira ligeramente, sintiendo el peso de su condición. Debido a su enfermedad, le costaba dormir más de cuatro horas seguidas. Por eso, siempre tenía que despertarse en un horario al azar, para tomar su pastilla curativa, que le aliviaba el dolor y le permitía seguir con vida. Luego, intentaba volver a dormir, pero eso siempre le resultaba difícil, por lo que se encontraba ligeramente cansado por la mañana.
Entonces, en un lapso de veinte minutos de absoluto silencio, solo interrumpido por el sonido de su respiración y el sorbo de su mate, el mismo se rompe por completo cuando tres golpes consecutivos retumban en su puerta de madera. Valerie se sobresalta, y se gira hacia atrás, esperando que no fuera en su puerta, que no fuera para él. Espera, y a los pocos segundos, otros tres golpes, un poco más rápidos que los anteriores, confirman sus temores. Jacob se levanta de mala gana, exhalando aire para no estar enojado, y se dirige hacia la puerta. Toma sus llaves, que estaban sobre una pequeña mesa junto a la entrada, y abre la puerta.
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Un Prototipo en DxD (Remake)
Ação"Si soy un monstruo, mi espejo así me refleja. Si soy un héroe, me tratan con gloria y valor. Si soy diferente, mi destino es incierto. Perseguido eternamente por lo que soy, o por lo que pueda llegar a representar". Disclaimer: Ni los personajes de...