.Día 25 de Julio del Año 2010.
.Club del Ocultismo - 15:00 pm.
La luz del atardecer se derramaba sobre la cabaña de la Investigación de lo Oculto, bañándola con una calidez que parecía contener secretos. Blake Valler, conocido como el Sujeto de Pruebas Número Once, un apodo que resonaría más allá de su existencia mortal se hallaba sentado en las viejas escaleras de madera que serpentean hasta la entrada principal. Sus rodillas, dobladas y firmes, descansaban sobre el mismo peldaño en el que él se encontraba, como si intentaran soportar el peso de su frustración. Una furia tempestuosa se agitaba en su interior, una tormenta de ira y descontrol que amenazaba con desbordarse, aunque exteriormente, su semblante reflejaba una calma engañosa. Había sido derrotado, y no era sino la segunda vez en el transcurso del año, una estadística que le resultaba desagradablemente inusual.
Había permitido que Rebeca de Aragónes escapara con el Niño Lobo Gris, un acto indudablemente noble desde una perspectiva moral. Sin embargo, desde el punto de vista estratégico, representaba un descalabro absoluto. Y lo que más le corroía era el hecho de que había sido una elección propia, sin coacción externa, sin justificación plausible. Fue su voluntad la que liberó a Rebeca.
Con un movimiento lento, elevó su mirada hacia el horizonte, activando sus sentidos agudizados, aquel sonar viral, el escáner predeterminado que en incontables ocasiones le había servido de guía. Pero, para su desdicha y contra todo deseo, no captó nada. La nada más absoluta. Repitió el proceso una y otra vez, con la esperanza menguante de detectar algo, cualquier cosa. Pero no había nombres que susurrar, ni rastros que seguir, ni pistas que descifrar, ni siquiera un ápice de confianza en su ser. Se preguntaba, ¿Cuándo había empezado a albergar compasión? La piedad era un sentimiento intrínsecamente humano, y Blake estaba convencido de su naturaleza inhumana. No obstante, la imagen de una madre defendiendo a su cría había logrado, contra todo pronóstico, resonar en algún recóndito rincón de su ser.
Valler exhaló un suspiro profundo, ocultando su rostro entre la curva de sus rodillas y brazos cruzados. Emitió un resoplido cargado de frustración, deseando ser engullido por la tierra o que algún evento inesperado alterara el curso de su destino.
Como si el destino hubiera escuchado su silencioso llamado, la puerta de la cabaña se abrió con un chirrido suave, revelando la figura de una mujer. Su cabello, oscuro como la noche, estaba meticulosamente recogido en una cola de caballo que caía en cascada hasta sus tobillos, adornada con dos mechones que se erguían como antenas y se curvaban graciosamente hacia atrás, todo ello asegurado por un lazo naranja que parecía capturar la esencia del atardecer.
—¿Disfrutando de la soledad? —inquirió la mujer, su voz danzaba con una nota de burla mientras una sonrisa juguetona se dibujaba en su rostro—
—No hasta que apareciste. —replicó Blake, ajustando su postura para enfrentarla, su voz teñida de una resignación fingida—
—¿No sientes frío? A pesar de que el sol te baña con su luz, ¿no te cala el frío? —preguntó ella, deslizándose a su lado con una curiosidad genuina—
—No. —respondió Valler, su tono era cortante, definitivo—
—Siempre me ha fascinado tu resistencia a los extremos. ¿Cuál es tu secreto? —insistió ella, claramente buscando entablar un diálogo más profundo—
—Esto no cambia nada. —cortó Valler, girando su cabeza para encontrarse con la mirada de la sacerdotisa del rayo, su expresión era un muro de seriedad e inmutabilidad— Estoy al tanto de tus intenciones, y no, no lograrás tu objetivo.
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Un Prototipo en DxD (Remake)
Aksiyon"Si soy un monstruo, mi espejo así me refleja. Si soy un héroe, me tratan con gloria y valor. Si soy diferente, mi destino es incierto. Perseguido eternamente por lo que soy, o por lo que pueda llegar a representar". Disclaimer: Ni los personajes de...