Un Prototipo en DxD (Remake)

Capítulo 38

—Loki... —susurra Sidmara, su voz apenas es un hilo de sonido en el aire cargado de tensión. Se sitúa junto a Odín, cuya sonrisa esquiva revela una mezcla de anticipación y resignación, como si hubiera previsto este encuentro inevitable—

—Reconozco que... la presencia de Loki aquí es, cuanto menos, intrigante y atípica. —admite Azazel, su risa es contenida, apenas rompe el silencio que se ha apoderado del lugar— La llegada del hijo de Odín a esta asamblea no estaba en nuestros cálculos.

—Loki, aunque seas un Dios del Panteón Nórdico, eso no te otorga la libertad de interrumpir este concilio con tal descaro. —interrumpe Sidmara con firmeza, avanzando un paso, su postura se vuelve seria y desafiante— Retrocede ahora mismo, y quizás el Padre de Todo muestre misericordia hacia tu alma, que ya carga con demasiadas transgresiones.

—Observar al "Padre de Todo" asociándose con Demonios y entidades de menor rango de otras mitologías, me provoca una repulsión visceral. —Loki emerge de entre la multitud, que retrocede formando un pasillo, sus rostros yacen marcados por el temor— En lugar de ejercer tu dominio sobre ellos, optas por fraternizar con el adversario. Esa decisión no refleja la sabiduría ni la dignidad de un verdadero Rey de los Nueve Reinos.

—Loki, ya es suficiente. —interviene Odín, su voz retumba con autoridad, y su paso adelante resuena con un eco solemne en el vasto salón— Regresa a Asgard, y podremos dejar atrás este desafortunado incidente. Vuelve al hogar, hijo mío.

—¡¡No tengo lazos de sangre contigo!! —exclama Loki, su voz se eleva en un rugido furioso, mientras avanza un paso y cierra sus manos en puños temblorosos— ¿Olvidar? ¿Acaso pretendes que borre de mi memoria quién soy realmente, cuál es mi verdadero origen? —su interrogante queda suspendida en el aire, sin respuesta— Durante toda mi existencia, no he sido más que una sombra eclipsada por Thor. Tu predilecto, el legítimo heredero al trono de Asgard, el digno portador del Mjolnir. ¿Y qué me has dejado a mí? ¿Eh? ... ¿Un mero título, un tono de piel diferente? No. Tú siempre has conocido la verdad sobre mi linaje, y, sin embargo, elegiste ocultármela durante años.

—Mi intención era salvaguardarte de una realidad que podría destruirte. —responde Odín, su expresión se endurece, sus labios se comprimen en una línea delgada—

—¿Por qué? ¿Es acaso porque represento al monstruo que los padres invocan para infundir terror en sus hijos? —vuelve a alzar la voz Loki, su ira se materializa al invocar su cetro mágico— Ahora las cosas cobran sentido, siempre has favorecido a Thor por encima de todo. Y en este momento, eliges formar alianzas con estas criaturas inferiores, a sabiendas de mi oposición, consciente de que tal acto podría fracturar la supremacía de Asgard sobre los Nueve Reinos.

—¿Acaso todo tu resentimiento se origina en la envidia que sientes hacia tu hermano? —interroga Sidmara, su tono es una mezcla de curiosidad y reproche—

—No, esto trasciende la mera envidia. —profesa Loki, su voz se torna más grave mientras su cetro impacta contra el suelo, resonando con un eco que parece sacudir los cimientos del lugar— Forjar alianzas con deidades de otras mitologías solo servirá para proyectar una imagen de vulnerabilidad en Asgard. Y cuando el crepúsculo de los dioses se cierne sobre nosotros, cuando el Ragnarök se desate, estaré allí, firme y decidido, para reclamar lo que por derecho me pertenece... ¡El Trono de los Nueve Reinos!

Con un movimiento fluido y preciso, su bastón convoca un imponente sello mágico de un verde intenso que se materializa detrás de él. La multitud retrocede instintivamente, sus rostros reflejan un miedo palpable ante la incertidumbre de lo que está por desencadenarse. De la apertura dimensional emerge una bestia de proporciones míticas, un lobo de pelaje gris oscuro y negro, cuya estatura colosal de cinco metros de altura impone un aura de poder indomable. Sus colmillos, afilados como cuchillas, destilan una saliva espesa, anticipando la caza. Fenrir, el vástago de Loki, ha sido invocado.