26. El beso por un reto

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El reto
| Adara |

Suerte osito de peluche.—Miles me guiña el ojos y veo cómo Oliver tensa la mandíbula, sin despegar la mirada sobre él.

Adara metiéndose en juegos que no sabe jugar parte cincuenta.

—Las reglas son las siguientes, —explica el amigo de Miles—quien tire el dado y saque un número que no sea cinco, pasará al siguiente jugador, pero si saca cinco, como somos cuatro en cada equipo, uno o dos tendrán que hacerle un reto a los otros dos que sacaron cinco del equipo contrario. Si uno solo de la dupla saca el número nombrado y el otro no, el que saco cinco tiene el reto. Si algún niñito no se atreve, debe beber.

Trago grueso al escuchar esas palabras.

—¿Alguien que no se atreva y debamos cambiar de jugador? —cuestiona Miles, riéndose.

Un grupo de chicas traen vasos de plástico rojos, con dos dado y los colocan en el centro de la mesa.

—Empiezo yo. —Evelyn se acerca y toma un dado y lo lanza.

Shea la sigue.

Uno para ella.

Cinco para Evelyn.

¿Qué justo, no?

—Que suerte, Shea. Evelyn ¿Te atreves a darme un beso? —Miles la mira fijamente.

—Los que quieras —suelta Evelyn y se acerca a él, tomándolo del cuello y acercándose a su boca, generando un baboso beso.

Todos comienzan a gritar cosas totalmente incómodas.

Shea me dedica una sonrisa de boca cerrada y se la devuelvo.

Apoyo mis brazos sobre la mesa, evitando mirarlos.

No veo la hora de irme.

Miles saca las manos de su trasero—. Tenía las expectativas relativamente altas. —Obliga a que Evelyn retroceda, boquiabierta.

Eso tuvo que doler.

—¡Siguiente! —suelta el pelirrojo con indiferencia.

Evelyn vuelve a mi lado de mala gana.

—Van ustedes —formulo entre dientes.

Miles y su amigo se acercan a los dados, estos lo toman con tanta suavidad que hacen que sus números no sean cinco.

Uno y seis.

—Sepan que vamos ganando, para que lo anoten en su cuaderno —destaca Evander, mirándome y veo como en sus ojos se reflejan nada más y nada menos que diversión.

—¿A cuatro puntos? —interrogo cruzándome de brazos, desafiándolo.

—A cuatro puntos,—accede —sepan que ya vamos uno.

Me acerco, sin antes dedicarle una mirada al de brazos tatuados y veo a la morena, Chloe, acercándose a la redonda mesa para que seamos dos.

Amor entre mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora