Tim Rockford (¿Jugamos?)

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Tim Rockford --- ¿Jugamos?

Tim Rockford y Verónica Jules se conocieron cuando ella entró a trabajar como su asistente personal. No pudieron negar la química que tenían y la tensión sexual que había entre ambos, luego de terminar de viaje terminaron aceptando sus sentimientos y en ese mismo viaje se casaron sin importarles nada. ¿Fue una decisión apresurada? Tal vez, pero ambos estaban felices y querían cumplir los sueños del otro sobre todas las cosas.


Quizás una de las llamadas que podían cambiar mi vida, bueno, nuestra vida. Desde hacía meses que envíe mi solicitud para el puesto en Florida.

Mis superiores se enteraron de esto, y aunque algunos se molestaron, muchos otros me dijeron que iban a abogar por mí para que no solo lo aceptaran, sino que me dieran el aumento que por muchos años había estado peleando.

Agradecía que muchos vieron la manera en la que me desempeñaban porque siempre intentaba dar lo mejor de mí en cada caso, en cada una de las pruebas que me ponían. Muchos me catalogaban de serio y pedante solo porque no me relacionaba con las personas de mi oficina; no era una de mis prioridades.

No hasta que apareció esa mujer con el rostro lleno de pecas que no solo me tenía loco; sino que sin quererlo y por todo el tiempo y cosas que compartimos, terminé enamorándome de ella como tonto.

Yo siempre dije que no me casaría con nadie, pero llegó ella y me embrujó con sus ojos, sus labios, su cuerpo, su risa... todo y hasta la fecha, no puedo arrepentirme de portar un anillo con su nombre en el interior.

En la oficina no sabían que Verónica y yo éramos, ni siquiera mi familia o la suya. Hemos decidido mantenerlo en secreto, tanto ella como yo. Pero esto me cansó porque no quiero tener que salir a la calle un día más sin poder tomarla de la mano o abrazarla.

En Florida podríamos tener una vida nueva sin importar lo que los demás digan. Ella entró como asistente solo porque no tenía como mantener sus gastos, pero ella lo que realmente quiere hacer es ayudar.

Es fisioterapeuta de profesión y le encantaría ejercer de ello, y yo me encargaré de que así sea. Y así ya no habría algo que nos impida mostrarnos en público.

Esa llamada llegaba esa noche, me lo confirmaron mis superiores, que tenía que estar al pendiente del teléfono. Cualquier mensaje que llegaba lo contestaba y mi paciencia se acababa con cada falsa alarma.

Eran cerca de las 11 de la noche, ni siquiera estaba prestando atención al reloj, solo concentrado en el teléfono. Cuando la puerta de mi oficina se abrió de par en par.

—¿Sigues esperando la llamada?— preguntó la voz que escuchaba cada mañana al despertar.

—Dijeron que me decían hoy sobre el puesto...—

—Pero Tim, tienes la cara llena de ojeras y no has dejado de bostezar desde hace más de una hora. Te desvelaste por la llamada en la madrugada, no lo hagas hoy— se sentó a un lado mío, sobre el escritorio, dejándome ver un poco de la piel de su pierna por la falda que tenía.

Su mano acariciaba la mía con cariño. No estaba acostumbrado a que las personas se preocuparan por mí de esa manera, o que me trataran de esa forma. Con ella la rutina de llegar a casa solo, dormir y despertar igual, cambió por completo.

Ahora la tenía a ella.

Amaba todo de ella, pero sobre todo sus manos. Los movimientos que hacía sobre mi brazo, sobre mi cabeza y mi espalda me aseguraban que iba a ser increíble en su trabajo una vez en Florida.

One Shots ---- Pedro PascalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora