Aquellos ojos marrones parecían galaxias. Nunca había estado en el espacio, pero juraría en aquel momento que lo eran. Leo me tendió su mano y juntos caminamos a lo que parecía una especie de sala llena de estanterías repletas de libros y documentos, la sala tenía unos ventanales enormes en una de sus esquinas. La base donde nos encontrábamos se encontraba incrustada en la montaña, estaba totalmente invisible y se mimetizaba con la roca grisácea y marrón. Aquella sala tenía unas vistas increíbles a la jungla por encima de las copas de los árboles. Las estrellas iluminaban todo el paisaje ahora de un color verde oscuro, la oscuridad algo leve, teñía toda la vegetación de diferentes tonos de verdes y azules. Se podía oler en el ambiente aquel olor especial antes de que lloviera, era probable que aquella noche hubiera tormenta a pesar de haber pocas nubes en el cielo, pero acostumbrada al tiempo cambiante de Cassiopeia todo era posible en aquel planeta. Podía haberme quedado horas mirando por aquella ventana hasta que la voz de Leo me sorprendió.
—Me alegro de que hayas salido de allí sana y salva.
Se sentó en uno de los sillones que daban a la ventana donde me encontraba y le imité sentándome a su lado.
—¿Crees que mi hermana estará bien? —me preguntó preocupado.
Agarré una de sus manos y le miré a los ojos.
—Seguro que sí. Volveremos antes de lo que piensas, estoy segura de que encontraremos el Zephyr pronto —respondí confiada en mi palabra. De verdad que quería tener razón en ello—. ¿Y cómo va la búsqueda?
—Peor de lo que esperábamos —bajó la mirada.
—Irá mejor —logré decir.
Tenía pocos ánimos después de escucharle, pero alguien tenía que estar positivo.
—A lo mejor nos faltabas en el equipo —añadió algo más animado.
Le sonreí y me devolvió la sonrisa.
—Espero que Gideon no te haya hecho daño estos días de atrás —dijo en un suspiro sin dejar de penetrarme con su cálida mirada.
Mis ojos se nublaron por unos segundos recordando como había sucumbido a Gideon noche tras noche mientras la droga silenciaba mi razón.
—¿Estás bien? —preguntó acariciando una de mis mejillas haciendo que volviera en si.
—Sí, ha sido un mareo tonto —mentí—. Estuve drogada todo el tiempo, apenas me acuerdo de nada, solo empecé a estar más lucida cuando comencé a dejar de tomarme las pastillas.
Leo se quedó mirando uno de mis brazos desnudos, ahí donde el fuego había lamido mi piel ferozmente y me había marcado de por vida.
—Debió de ser difícil —añadió sin dejar de acariciarme delicadamente el brazo.
—Por suerte tu amigo me salvó de una buena —sonreí.
—¿Noir? —preguntó y sonrió también—. Ese pequeño sabe cuando aparecer.
—Nunca me has contado como llegasteis a la ciudad —comencé a decir por curiosidad—. Me han contado la historia oficial mil y una vez, pero me gustaría saber la tuya.
—Es complicado —desvió la mirada.
Había tocado un tema delicado. Me arrepentí al instante.
—En cuanto nos asentamos en la ciudad me alisté al ejército y estuve más de medio año fuera, lejos de mi hermana, lejos de todo lo que quería... —dijo cabizbajo. Notaba dolor en sus palabras—. Necesitaba olvidar y el tiempo me dio lo que quería... Pero no como había planeado.
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CASSIOPEIA CIUDAD DE CRISTAL Parte 2 -COMPLETA-
Science FictionTras la última guerra por el poder, muchas cosas han cambiado en la ciudad de Cassiopeia. Grace Thorne, hija de la nueva líder de la ciudad, descubre que sin el elixir que los mantenía sanos, muchas personas a su alrededor están enfermando y mucho...